B. Elogios a la soledad por los cristianos.
| La soledad.|
Existen varios grados en la soledad.
Uno está solo cuando en el espacio que suele
frecuentar no corre el riesgo de encontrarse con algún otro ser humano. Se
trata de la “fuga de los hombres” en sentido material. Arseni, fuge hominis – Arsenio, huye de los hombres [1].
Y uno también está solo cuando lleva mucho tiempo sin
entablar conversación verbal con otra persona. Esta es la soledad del silencio:
Arseni, tace – Arsenio, ¡calla! [2].
Y por último, uno está solo en tanto el espíritu no
tenga ningún interlocutor ni ninguna compañía profunda en su intimidad. Esta es
la soledad del corazón: Arseni, quiesce
(gr. hēsykháze)
– Arsenio, reposa/permanece tranquilo, quieto.
En términos materiales, la soledad más auténtica es la
primera: la fuga de la sociedad humana. A nivel moral, la soledad más profunda
es la tercera, la del corazón. Y el silencio está entre aquellos dos extremos:
es forzado si se está en un aislamiento, y es difícil de mantener en presencia
de los demás. Puede ser también material, por el solo hecho de no pronunciar
palabras; o puede ser interior, cuando a pesar de la conversación externa el
corazón permanece en su soledad, ya sea ésta forzada o voluntaria.
Veamos, entonces, lo que han pensado los cristianos -y sobre todo los monjes- acerca de estos tres puntos: la fuga de los hombres, el
silencio y la soledad interior.
| A continuación veremos de
expresar selecciones de cuanto se ha dicho sobre la relación existente entre
estos tres aspectos de la vida espiritual: el grado en que la soledad y el
silencio son necesarios, en términos materiales, para la hesiquía interior. Las
ideas sobre esta relación se irán clarificando de manera gradual a través de la
reflexión teológica y por medio de la experiencia. Por eso escucharemos también
a algunos teólogos y hagiógrafos.
Para proceder con claridad y sencillez, expondremos de manera sucesiva:
a. el elogio a la soledad, bajo su triple forma;
b. el elogio a la vida en común, que nos alerta sobre el peligro del aislamiento;
c. la reconciliación de estas dos tendencias. |
Para proceder con claridad y sencillez, expondremos de manera sucesiva:
a. el elogio a la soledad, bajo su triple forma;
b. el elogio a la vida en común, que nos alerta sobre el peligro del aislamiento;
c. la reconciliación de estas dos tendencias. |
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1. Alf. Arsenio, n. 1.
2. Ibíd. n. 2.
Nota: Lamentablemente, el autor sólo pudo realizar el
primer paso; su obra quedó inconclusa.
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