18.6.14






| Monakhon: aquel que es “uno”.|

Lo que dice  santo Tomás: Nomen monachi ab unitate sumitur per oppositionem ad divisionem (y que ya aparece en I Cor. 7:32-33) [5], los griegos lo repiten bajo todas las formas posibles según el sentir de su lenguaje:

El monje se llama monje porque noche y día vive en un intercambio con Dios, porque no tiene la imaginación sino ocupada en las cosas de Dios y porque no posee nada sobre la tierra [6].
¿Qué es un monje y de qué manera alcanza este nombre? Es esto lo que debemos saber. Y nosotros lo expondremos según Cristo nos lo haga posible. En primer lugar, se llama así porque no toma mujer y porque renuncia tanto al mundo exterior como al interior. Es decir, renuncia exteriormente a las cosas materiales y a las ocupaciones del mundo; e interiormente renuncia a los pensamientos relacionados con ellas, pues no admite las preocupaciones mundanas. En segundo lugar, se llama monje (μοναχο - monakhon) porque invoca a Dios en una oración incesante, a fin de que él purifique su espíritu de la multiplicidad de pensamientos que lo perturban; de forma tal que, alejado de todo, su solitario espíritu pueda vacar solamente en el Dios verdadero, sin recibir jamás las sugestiones del mal y guardando siempre la pureza necesaria para permanecer límpido en su tendencia hacia Dios [7]. 

Bien podríamos multiplicar las citas, las cuales tendrían una forma variable pero un sentido inalterable. [Por ejemplo], un fundador le dice a su comunidad: “Ustedes, ustedes son a quienes no han sido confiadas la predicación del evangelio ni la solicitud de las iglesias sino el cuidado de su propia alma” [8]. El “solo/solitario con el solo/único” (monos pro monon) plotiniano no es, por supuesto, la fuente de este ideal [9]. Los primeros monjes cristianos no tenían nada en común con las antiguas escuelas de sabiduría, aun cuando –según la ocasión- pudiesen reclamar para sí el título de filósofos, del que los demás se aprovechaban en contra de ellos [10].

Pero una vez que la fórmula de Plotino se hizo conocida entre ellos, la misma recibió con toda naturalidad el derecho de ciudadanía y más de uno la repetiría sin que probablemente conociese su origen. Tal es así, que Dionisio Areopagita podrá escribir, según el sentido de su maestro Proclo y de los padres del desierto (aunque en un estilo altisonante poco degustado):

Entre los iniciados existe un rango muy elevado: la cohorte de quienes han sido conformados según el único [los monjes], quienes con coraje se dedican a purificarse por completo y quienes realizan sus acciones con una santidad perfecta. Ellos son admitidos, según sus propias fuerzas, en la participación y contemplación de las cosas sagradas […] Esta es la razón por la que nuestros piadosos maestros les han dado a tales hombres sagrados diversos calificativos, llamándolos a veces terapeutas, a causa del sincero culto con el que adoran a la divinidad; y a veces monjes, a causa de su vida de unidad y sin participación [mundana], razón por la cual privan a su espíritu de la distracción de las cosas múltiples para precipitarse hacia la unidad con lo divino y hacia la perfección del amor sagrado [11].

| El Pseudo-Dionisio fue capaz de citar otro nombre dado a los monjes antes del año 500 y que luego sería repetido con frecuencia: μονότροπος - monótropos. Aunque este término ya existía dentro de la literatura clásica, a partir de Eurípides y especialmente en Plutarco, para indicar un temperamento inclinado al aislamiento y a permanecer sin compañía.

Eusebio nos dice que Símaco había traducido la expresión hebrea del Sal. 67:7: "[...] en un solo espíritu", con el término monakhoi [12]; y que otros lo hicieron de manera diversa, pero el significado es siempre el mismo y se refiere al “orden de los monjes, el primero de aquellos que avanzan en Cristo, porque ellos son monotropi y no politropi; no se comportan de una manera y luego de otra, sino que siempre mantienen la misma conducta dirigida hacia la cumbre de la virtud”. Vemos que siempre se regresa a la idea de unicidad con una precisión que el término monje no contiene per se: unicidad de dirección, de conducta, de pensamiento. En suma, monótropos es un sinónimo menos usado y menos desgastado que el de monakhon para indicar, según lo dice la II carta de Macario: "la monotropa rectitud de la vida de Cristo" [13]; y según san Nilo: "la monotropía que produce la apátheia" [14].

Cirilo de Escitópolis, refiriéndose al Sal. 67:7 que dice: "hace habitar a los monotropi en una sola casa”, lo aplica a los kelliotes; es decir, a los monjes suficientemente avanzados a quienes san Sabas conducía desde el koinóbion de novicios hasta una celda dentro de la laúra [15]. Sin embargo, el término pronto se convirtió en un simple sinónimo un tanto buscado de monakhos [16]. Ignacio Xanthopoulos y Calixto, en su obra Cien Capítulos, nos dicen que son "los más bajos entre los monotropi […]". En san Máximo el Confesor, la filosofía -la verdadera filosofía que es la espiritualidad monástica- es llamada monotropía [17].|

Por lo tanto, no hay ninguna duda acerca del objetivo: el monje, por su propia vocación, está dedicado únicamente a la búsqueda de la unión con Dios a través de la oración; lo cual presupone un desprendimiento total, la purificación perfecta y la renuncia a todo aquello que pudiera retrasar su ascenso espiritual. La cuestión que se le plantea, entonces, se trata de saber hasta qué punto la compañía de sus semejantes y las ocupaciones y preocupaciones de la vida común le son unos obstáculos. Dicho en su lenguaje: hasta qué punto la soledad o hesiquía exterior les es necesaria o útil para la quietud o hesiquía interior. Se trata, por lo tanto, de una cuestión psicológica; o para hablar con mayor precisión, es un tema de historia psicológica.

Nos queda por exponer, ahora, las ideas de estos ascetas cristianos -que se transmitieron a lo largo de las épocas- en lo que concierne a las ventajas e inconvenientes de la “huida de los hombres”. Son las diversas respuestas a este tema, dadas a través de los siglos, las que determinarán la evolución del hesicasmo.

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5. IIa, IIae q.88, a.11, corp. sub finem. Trad.: “El nombre de monachi [monjes] designa a la unidad en oposición a la división”. 
6. Apotegma de san Macario, en Evergetinos I, p. 75, c. 2.
7. Macario, Homilía 56; Macarii Anecdota, Cambridge 1918, p. 44.
8. Typikon de St-Jean-Baptiste toû Phoberoû, n. 7.
9. Plotino, Enéadas, VI, 9, 11.
10. Cf. G. Bardy, “Philosophie” et “philosophe” dans le vocabulaire chrétien des premiers siècles, RAM 25, 1949, pp. 97-108.
11. La Jerarquía Eclesiástica VI, 3; cf. Le Opere, Cedam, Padova 1956; cf. pp. 172-173. El término therapeutés señala a quienes prestan un servicio o cuidado, sea en relación a las cosas divinas o humanas.
12. PG 23, 689 B.
13. PG, 416 C; cf. 417 B y ss.
14. Logos ascet. VI, PG 79, 725 D.
15. Vie de St. Sabas, Schwartz, p. 113, 3-20. Ekoinóbion o cenobio era la comunidad que conformaba un monasterio. Los kelliotes eran quienes habitaban los kellíon, las celdas para los solitarios; las cuales se organizaban en comunidades denominadas laúra (lit. pasaje, calle).
16. Gregorio Nacianzo, Or. 23.
17. Amb., PG 91, 1368 B.


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