Lo que dice santo Tomás: Nomen monachi ab unitate sumitur per oppositionem ad divisionem (y
que ya aparece en I Cor. 7:32-33) [5], los griegos lo repiten bajo todas las
formas posibles según el sentir de su lenguaje:
El monje se llama monje porque noche y día vive en un intercambio con Dios, porque no tiene la imaginación sino ocupada en las cosas de Dios y porque no posee nada sobre la tierra [6].
¿Qué es un monje y de qué manera alcanza este nombre? Es esto lo que debemos saber. Y nosotros lo expondremos según Cristo nos lo haga posible. En primer lugar, se llama así porque no toma mujer y porque renuncia tanto al mundo exterior como al interior. Es decir, renuncia exteriormente a las cosas materiales y a las ocupaciones del mundo; e interiormente renuncia a los pensamientos relacionados con ellas, pues no admite las preocupaciones mundanas. En segundo lugar, se llama monje (μοναχοῦ - monakhon) porque invoca a Dios en una oración incesante, a fin de que él purifique su espíritu de la multiplicidad de pensamientos que lo perturban; de forma tal que, alejado de todo, su solitario espíritu pueda vacar solamente en el Dios verdadero, sin recibir jamás las sugestiones del mal y guardando siempre la pureza necesaria para permanecer límpido en su tendencia hacia Dios [7].
Bien podríamos multiplicar las citas, las cuales
tendrían una forma variable pero un sentido inalterable. [Por ejemplo], un
fundador le dice a su comunidad: “Ustedes, ustedes son a quienes no han sido
confiadas la predicación del evangelio ni la solicitud de las iglesias sino el
cuidado de su propia alma” [8]. El “solo/solitario con el solo/único” (monos pro monon) plotiniano no es, por
supuesto, la fuente de este ideal [9]. Los primeros monjes cristianos no tenían
nada en común con las antiguas escuelas de sabiduría, aun cuando –según la
ocasión- pudiesen reclamar para sí el título de filósofos, del que los demás se
aprovechaban en contra de ellos [10].
Pero una vez que la fórmula de Plotino se hizo
conocida entre ellos, la misma recibió con toda naturalidad el derecho de
ciudadanía y más de uno la repetiría sin que probablemente conociese su origen.
Tal es así, que Dionisio Areopagita podrá escribir, según el sentido de su
maestro Proclo y de los padres del desierto (aunque en un estilo altisonante
poco degustado):
Entre los iniciados existe un rango muy elevado: la cohorte de quienes han sido conformados según el único [los monjes], quienes con coraje se dedican a purificarse por completo y quienes realizan sus acciones con una santidad perfecta. Ellos son admitidos, según sus propias fuerzas, en la participación y contemplación de las cosas sagradas […] Esta es la razón por la que nuestros piadosos maestros les han dado a tales hombres sagrados diversos calificativos, llamándolos a veces terapeutas, a causa del sincero culto con el que adoran a la divinidad; y a veces monjes, a causa de su vida de unidad y sin participación [mundana], razón por la cual privan a su espíritu de la distracción de las cosas múltiples para precipitarse hacia la unidad con lo divino y hacia la perfección del amor sagrado [11].
| El Pseudo-Dionisio fue capaz de citar otro nombre dado a los monjes antes del año 500 y que luego sería repetido con frecuencia: μονότροπος - monótropos. Aunque este término ya existía dentro de la literatura clásica, a partir de Eurípides y especialmente en Plutarco, para indicar un temperamento inclinado al aislamiento y a permanecer sin compañía.
Eusebio nos dice que Símaco había traducido la expresión hebrea del Sal. 67:7: "[...] en un solo espíritu", con el término monakhoi [12]; y que otros lo hicieron de manera diversa, pero el significado es siempre el mismo y se refiere al “orden de los monjes, el primero de aquellos que avanzan en Cristo, porque ellos son monotropi y no politropi; no se comportan de una manera y luego de otra, sino que siempre mantienen la misma conducta dirigida hacia la cumbre de la virtud”. Vemos que siempre se regresa a la idea de unicidad con una precisión que el término monje no contiene per se: unicidad de dirección, de conducta, de pensamiento. En suma, monótropos es un sinónimo menos usado y menos desgastado que el de monakhon para indicar, según lo dice la II carta de Macario: "la monotropa rectitud de la vida de Cristo" [13]; y según san Nilo: "la monotropía que produce la apátheia" [14].
Cirilo de Escitópolis, refiriéndose al Sal. 67:7 que dice: "hace habitar a los monotropi en una sola casa”, lo aplica a los kelliotes; es decir, a los monjes suficientemente avanzados a quienes san Sabas conducía desde el koinóbion de novicios hasta una celda dentro de la laúra [15]. Sin embargo, el término pronto se convirtió en un simple sinónimo un tanto buscado de monakhos [16]. Ignacio Xanthopoulos y Calixto, en su obra Cien Capítulos, nos dicen que son "los más bajos entre los monotropi […]". En san Máximo el Confesor, la filosofía -la verdadera filosofía que es la espiritualidad monástica- es llamada monotropía [17].|
Por lo tanto, no hay ninguna duda acerca del objetivo: el monje, por su propia vocación, está dedicado únicamente a la búsqueda de la unión con Dios a través de la oración; lo cual presupone un desprendimiento total, la purificación perfecta y la renuncia a todo aquello que pudiera retrasar su ascenso espiritual. La cuestión que se le plantea, entonces, se trata de saber hasta qué punto la compañía de sus semejantes y las ocupaciones y preocupaciones de la vida común le son unos obstáculos. Dicho en su lenguaje: hasta qué punto la soledad o hesiquía exterior les es necesaria o útil para la quietud o hesiquía interior. Se trata, por lo tanto, de una cuestión psicológica; o para hablar con mayor precisión, es un tema de historia psicológica.
Nos queda por exponer, ahora, las ideas de estos ascetas cristianos -que se transmitieron a lo largo de las épocas- en lo que concierne a las ventajas e inconvenientes de la “huida de los hombres”. Son las diversas respuestas a este tema, dadas a través de los siglos, las que determinarán la evolución del hesicasmo.
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5. IIa, IIae q.88, a.11, corp. sub finem. Trad.: “El
nombre de monachi [monjes] designa a la unidad en oposición a la
división”.
6. Apotegma de san Macario, en Evergetinos I, p. 75, c. 2.
7. Macario, Homilía 56; Macarii Anecdota, Cambridge 1918, p. 44.
8. Typikon de St-Jean-Baptiste toû Phoberoû, n. 7.
9. Plotino, Enéadas, VI, 9, 11.
10. Cf. G. Bardy, “Philosophie” et “philosophe” dans le vocabulaire chrétien des premiers siècles, RAM 25, 1949, pp. 97-108.
11. La Jerarquía Eclesiástica VI, 3; cf. Le Opere, Cedam, Padova 1956; cf. pp. 172-173. El término therapeutés señala a quienes prestan un servicio o cuidado, sea en relación a las cosas divinas o humanas.
12. PG 23, 689 B.
13. PG, 416 C; cf. 417 B y ss.
14. Logos ascet. VI, PG 79, 725 D.
15. Vie de St. Sabas, Schwartz, p. 113, 3-20. El koinóbion o cenobio era la comunidad que conformaba un monasterio. Los kelliotes eran quienes habitaban los kellíon, las celdas para los solitarios; las cuales se organizaban en comunidades denominadas laúra (lit. pasaje, calle).
16. Gregorio Nacianzo, Or. 23.
17. Amb., PG 91, 1368 B.
6. Apotegma de san Macario, en Evergetinos I, p. 75, c. 2.
7. Macario, Homilía 56; Macarii Anecdota, Cambridge 1918, p. 44.
8. Typikon de St-Jean-Baptiste toû Phoberoû, n. 7.
9. Plotino, Enéadas, VI, 9, 11.
10. Cf. G. Bardy, “Philosophie” et “philosophe” dans le vocabulaire chrétien des premiers siècles, RAM 25, 1949, pp. 97-108.
11. La Jerarquía Eclesiástica VI, 3; cf. Le Opere, Cedam, Padova 1956; cf. pp. 172-173. El término therapeutés señala a quienes prestan un servicio o cuidado, sea en relación a las cosas divinas o humanas.
12. PG 23, 689 B.
13. PG, 416 C; cf. 417 B y ss.
14. Logos ascet. VI, PG 79, 725 D.
15. Vie de St. Sabas, Schwartz, p. 113, 3-20. El koinóbion o cenobio era la comunidad que conformaba un monasterio. Los kelliotes eran quienes habitaban los kellíon, las celdas para los solitarios; las cuales se organizaban en comunidades denominadas laúra (lit. pasaje, calle).
16. Gregorio Nacianzo, Or. 23.
17. Amb., PG 91, 1368 B.
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