19.3.15





Ad vesperas.

V. Domina in adiutorium meum intende.
R. Domina ad adiuuandum me feſtina.

Gloria tibi ſit imperatrix poli: tecum nos perducas ad gaudia cæli.

En vísperas.

V. Señora, ven en mi ayuda.
R. Señora, date prisa en ayudarme.

Gloria a ti, Emperatriz de lo Alto; condúcenos junto a ti a la alegría del cielo.


Pſalmus 123.

Niſi quia Domina noſtra erat in nobis: inueniſſent nos pericula multa.
Eſto Virgo defenſatrix noſtra: & ante Deum aduocata propitia.
Oſtende nobis Domina miſericordiam tuam: & conforta nos in ſeruitio ſancto tuo.
Benedicant te ſancti Angeli in cælo: benedicant te homines ſuper terram.
Ne tradas beſtiis animas cōfitentium tibi: nec ora te canentium obturentur.

Salmo 123.

Si nuestra Señora no hubiese estado con nosotros, hubiésemos hallado muchos peligros.
Sé nuestra defensora, ¡oh, Virgen!, y una abogada favorable ante Dios.
Muéstranos, Señora, tu misericordia; y fortalécenos en tu sagrado servicio.
Que te bendigan los santos ángeles en el cielo, que te bendigan los hombres en la tierra.
No entregues a los seres bestiales a los que te alaban, ni que los que te cantan se vean detenidos.

...

Pſalmus 124.

Qvi confidunt in te, Mater Dei: non timebunt à facie inimici.
Gaudete & exultate omnes qui diligitis Mariam: quia adiuuabit vos in die tribulationis veſtræ.
Reminiſcere miſerationum tuarum Domina: & releua peregrinationem incolatus noſtri.
Conuerte amabilem vultū tuum ſuper nos: confunde & deſtrue omnes inimicos noſtros.
Benedicta ſint omnia opera mannum tuarum Domina: benedicta ſint omnia ſancta miracula tua.

Salmo 124.

Que quienes confían en ti, Madre de Dios, no teman frente al enemigo.
Alégrense y exulten todos los que aman a María, pues ella los ayudará en el día de su tribulación.
Recuérdanos tu misericordia, Señora, y alívianos en el peregrinaje a nuestra morada.
Vuelve tu amable rostro hacia nosotros, confunde y destruye a todos nuestros enemigos.
Benditas sean todas las obras de tus manos, Señora, benditos sean todos tus milagros.


Pſalmus 125.

In conuertendo ſereniſſſimā faciem tuam ſuper nos: lætificabis nos virginea Mater Dei.
Benedicta ſis, ô ſacrarium Ieſu Chriſti: præ cunctis mulieribus ſuper terram.
Benedictum ſit glorioſum nomen tuum: quod os Domini mirabiliter nominauit.
Non deficiat laus tua de labiis noſtris: nec charitas tua de præcordiis noſtris.
Qui diligunt, benedicentur à Deo: & qui te diligere volunt, non fraudabuntur a deſiderio ſuo.

Gloria tibi ſit imperatrix poli: tecum nos perducas ad gaudia cæli.

Salmo125.

Vuelve tu muy sereno rostro hacia nosotros y alégranos, virginal Madre de Dios.
Bendita seas, ¡oh, Sagrario de Jesucristo!, primera entre todas las mujeres de la tierra.
Bendito sea tu nombre glorioso, que el propio Señor ha proferido maravillosamente.
Que nuestros labios no dejen de alabarte y que tu caridad esté en nuestro interior.
Que aquellos que te aman sean bendecidos por Dios, y que los que quieren amarte no vean defraudado su deseo.

Gloria a ti, Emperatriz de lo Alto; condúcenos junto a ti a la alegría del cielo.


Oratio.

Salue pulcherrima Virgo Maria, ad cuius nomen dæmones contremiſcunt, ad cuius fulgorem poteſtates tenebrarum diffugiunt, ad cuius nutum portæ paradiſi reſerantur: veni quæſo, & viſita animam meam: concede benigna vt cunctis diebus vitæ meæ fideliter tibi ſeruiam, vt de poteſtate principum tenebrarum harum erui valeam, Amen.

Oración.

Salve, hermosa Virgen María, cuyo nombre hace estremecer a los demonios y cuyo fulgor disipa el poder de las tinieblas; la reverencia a ti abre las puertas del paraíso. Ven, te lo ruego, y visita a mi alma; concédeme, por tu bondad, que todos los días de mi vida te sirva con fidelidad, para que así me vea libre del poder del príncipe de las tinieblas. Amén.


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