Retorno al centro
por el P. Bede Griffiths, O.Cam.
La idea del P. Bede, de volver al centro relacionado con el
sentido de lo sagrado, fue un tema importante a lo largo de toda su vida; y en 1978
escribió un libro titulado: Return to the Center. Esta es la primera parte de una conferencia que dio sobre este tema en
Perth, Australia, en 1992. La conferencia fue grabada y transcrita por Doug Conlan.
Hoy
quiero hablar sobre el tema de Return to the Center. Desde el comienzo de la historia, el hombre siempre ha buscado un
centro de comunión con Dios, de comunión con el espíritu de lo infinito. Si
regresamos a los tiempos paleolíticos -casi 50000 años a.C.- veremos que las
personas aún disponían de estos centros. Hoy siento que lo que el mundo ha
perdido es este centro espiritual; no hay ningún centro espiritual en el mundo
de hoy. Hay centros individuales, quizás; puede que todos nosotros creemos algún
tipo de centro, pero el mundo en su conjunto hoy no tiene ningún centro
espiritual. Por eso estamos terriblemente divididos. Hay conflictos y
confusiones, como gobiernos que se dividen y cosas por el estilo. Es una
necesidad urgente el que podamos encontrar el centro espiritual que nos une a
Dios y a la humanidad. Y tiene que tratarse de un lazo que logre congregar a toda la
humanidad.
En el
curso de la historia humana han existido varios de estos centros y el primero, claro,
creo que se halla en la edad megalítica. No sé si saben que los grandes
círculos de piedra se encuentran por casi todo el mundo: son inmensos pilares
de piedra erigidos en círculo. En Inglaterra se hallan en Stonehenge, cerca de
Salisbury, donde viví hace mucho tiempo. Stonehenge es un ejemplo magnífico,
creo que el gran círculo de piedras que pesa casi cien toneladas data
aproximadamente del 3000 a.C. ¿Cómo las colocaron en ésa posición?, nadie lo
sabe. El logro es extraordinario y allí está. Hoy todos reconocen que fue un
centro, fue un lugar donde uno podía estar en comunión con el espíritu
universal. Cuando alguien delimita un horizonte, lo que se mantiene dentro de
ese límite recibe el nombre de tenaemos,
o aquello que se mantiene fuera del mundo profano. Continuamente intentamos
encontrar un centro sagrado. En el mundo antiguo se sostenía que el mundo
entero era sagrado: la tierra, el cielo, el mar; pero había ciertos lugares en
donde uno podía conseguir entrar en contacto con lo sagrado de una manera
especial, y ésa es la razón por la que estos megalitos aparecieron.
Creo
que hay uno en Malta, en España; en la costa de Francia hay uno muy famoso; y
también está el muy conocido en Bretaña, en Stonehenge, aunque allí existen
otros más. Si vamos hacia arriba, también los encontramos en Noruega y Suecia.
Pienso además en Japón y en el Pacífico; la isla de Pascua creo que es otra
muestra bastante famosa. Podemos ver que el mundo entero tiene estos megalitos.
Cierta teoría sostenía que todas estas expresiones provenían de Egipto, y la
misma prevaleció durante algún tiempo, pero ahora se cree que estas manifestaciones son mucho más
viejas que las pirámides egipcias: serían aproximadamente del 4000 o 5000 a. C.
Me
parece que probablemente haya existido cierto movimiento -que puede haber tenido una
base comercial- que logró extenderse por todo el mundo creando estos centros.
Por ejemplo, en Inglaterra, Cornualles siempre ha tenido minas de estaño. Y los
antiguos comerciantes pueden haber estado en busca de esos metales. Puede que
haya existido, como a menudo sucede con estas cosas, una razón secular detrás
de todo movimiento. Pero ya sea que fuesen motivos comerciales o cualquier
otro motivo -y ha de haber sido un motivo importante- aquellos hombres debían
tener un centro sagrado.
Quizás
deba agregar en este punto que, como se sabe, aún permanece en la India la idea
de que todo es sagrado. Y sucede de manera contraria a Australia o América, en
donde nada es sagrado sino que todo es profano. En la India, como ya lo dije,
la tierra es sagrada. Nunca se ara un campo para el cultivo de arroz sin antes
realizar una ceremonia. Cuando los agricultores van a plantar arroz, me piden
que los acompañe y juntos realizamos algún ritual para bendecir el arado de los
campos. Si se va a construir una casa, los futuros propietarios y demás
personas vienen, y cuando van a ingresar por las puertas -pues normalmente ya
han demarcado el lugar de las puertas y ventanas- tengo que acompañarlos y
bendecir el nuevo hogar. Las cosas siempre se consagran. Todo tiene que ser
consagrado, no debemos realizar ningún trabajo sin antes ofrecérselo a Dios.
Un
hecho particularmente interesante para mí es el haber fundado una cooperativa
en nuestro pueblo. Habían aproximadamente 200 o 300 tejedores que estaban
siendo explotados, así que decidimos formar una cooperativa. Normalmente yo
acudía a sus reuniones: cada reunión empezaba con la oración a uno de los
dioses hindúes y poco después incluso los libros de cuenta tuvieron que ser
consagrados, porque nada debía estar fuera del área sagrada. Esta es la idea:
dondequiera que van, las personas establecen sitios sagrados. Esta necesidad
empezó por lo menos hace 5000 años antes de Cristo. Y desde entonces ha continuado así a través de
todas las edades del mundo.
Otro
centro importante es la montaña. El cielo siempre ha sido considerado como la
gran fuente de lo sagrado –de aquello que desciende del cielo- y una montaña es
un lugar en donde uno está más cerca al cielo, más cerca a lo sagrado. Por eso
las montañas siempre han sido consideradas sagradas. El monte Olimpo, en
Grecia, es un claro ejemplo de este hecho. En la India, la montaña Meru es
considerada el centro del universo. Éste es otro punto a tener en cuenta: estos
lugares sagrados eran centros del universo. En la antigüedad uno no sabía mucho
sobre el mundo exterior, así que cuando uno estaba en contacto con la santidad suprema
estaba en el centro del mundo entero. Las montañas son sagradas. En nuestra
área por ejemplo, nuestro asram está
situado cerca al río, junto a dos colinas en su entorno. Si uno simplemente sube en
línea recta por una de ellas se encuentra con un templo a Siva. También hay un
templo a Siva en la villa local y hay otro templo sobre la colina del otro
lado. Así que estamos rodeados de estos lugares sagrados, con el templo en la
colina. Prácticamente todo pueblo en la India tiene su templo, lugares que se
convierten en centros de conciencia espiritual. Esto es algo muy real, ya que
uno se torna consciente del carácter sagrado del entorno todo el tiempo. Y la
montaña es una parte de ese espacio sagrado.
Un
templo, por supuesto, siempre ha sido un lugar sagrado, pero el palacio de los
reyes también es sagrado porque los reyes en la India son personas sagradas.
Este es un hecho muy interesante, pues en los palacios existen tres
habitaciones: en la habitación más baja estaba la habitación común del rey; la
segunda la usaba el monarca cuando estaba ayunando, y en la tercera celebraba su unión con Dios. Así
que habían tres estados: la tierra, el medio y lo supremo. Hoy en día incluso
vemos que en Inglaterra, el rey o la reina son coronados en la Abadía de
Westminster. En la actualidad no tiene mucho significado, pero es algo muy
real. El rey no es simplemente un ser humano al que uno ha elegido para
gobernar, el rey es alguien consagrado por Dios. Obtiene su autoridad desde
Dios. Obviamente esto tiene sus peligros, por eso muy a menudo nos libramos de
los reyes, pero también es una manera de relacionar a las personas a una figura
central. Y éste es su auténtico valor.
El
centro también lo vemos en Grecia. Los griegos no eran particularmente
religiosos pero se sabe que siempre que se fundaba una ciudad (y el mundo
griego estaba hecho de ciudades-estados) el fuego sagrado era llevado hasta
allí y protegido, convirtiéndose luego en un centro urbano. Incluso, como creo
que lo sabrán, es probable que el fuego llevado a Atenas durante los Juegos
Olímpicos guardase la misma relación. Los deportes también son sagrados. No hay
nada fuera de lo sagrado en ese mundo. Y estos son sólo ejemplos del mundo
antiguo.
En
nuestro mundo actual aún existen lugares sagrados. Jerusalén: la mayoría de las
personas en el Occidente, judíos y cristianos, consideran a Jerusalén como un
centro. Era, y de hecho aún lo es, un lugar de peregrinación para miles de
personas. Y también Roma, que a través de toda la Edad Media fue un centro
sagrado; es extraordinario cómo todos deseaban ir a Roma porque se suponía que
san Pedro estaba enterrado allí. Cuando una persona era enterrada en un lugar
se creía que ella estaba realmente presente allí, no se había marchado sino que
siempre estaba presente. Cualquier persona podía estar en su presencia. Podría
mencionar también a la India, en donde se va al encuentro con un hombre santo no
tanto para escucharlo o para algún otro propósito particular como para obtener
su darshan, estar en su presencia; y
su presencia es la presencia de Dios en él. Nosotros siempre hemos concebido al
hombre santo como la persona en quien Dios está presente. Y aquí podría
mencionar algo que es muy conmovedor: llevo este kavi -una prenda de color azafrán, un color sagrado en la India- que
significa que uno es una persona consagrada, y a menudo los hindúes vienen y se
postran ante mí porque ven a Dios en mi persona. Esto es algo realmente
conmovedor. Ellos no están rindiéndome culto a mí, sino que ven a Dios presente
en mí.
Tenemos
lugares como Jerusalén, Roma y Benarés, en la India, claro. Benarés también es
conocida como Varanasi. Todo devoto hindú desea bañarse en su río y ser
incinerado allí. Otro aspecto interesante es que cuando uno se baña ve en
primer lugar que las aguas son sagradas, pero además ve que bañarse es un tipo
de muerte. Uno se aproxima a las aguas del Ganges, el río sagrado, para
bañarse, pero años más tarde, cuando muere y es incinerado, sus cenizas serán
arrojadas a esas mismas aguas. Se puede ver que Benarés todavía es un centro
sagrado.
También
la Meca es un claro ejemplo. La ka'bah,
la piedra sagrada, había estado allí por generaciones, pero fue solo mucho más tarde
que se construyó la mezquita alrededor de ella. Toda la devoción musulmana se
centra en la ka'bah. De hecho, una
vez en su vida se supone que todo musulmán hace la peregrinación al lugar
sagrado, el lugar desde donde proviene el Islam. Esto algo profundamente
significativo -profundo en la psique-, ya que no se trata sólo de una travesía que
uno realiza sino que se está respondiendo a una intensa necesidad de nuestra
naturaleza por encontrar a Dios, por encontrar el lugar de Dios. En la Biblia
se dice que cuando Jacob se recostó para dormir, tuvo una visión: los ángeles
iban de arriba hacia abajo. Cuando se despertó, Jacob se dijo: “Dios debe estar en este lugar”. Así que
llamó al lugar bethel, “la casa de
Dios”, y puso una piedra en ese sitio. Esto es algo común, por eso el lugar en
donde tuvo su visión llegó a ser sagrado. Me parece que todo templo hindú ha
surgido de un incidente de este tipo, algún evento previo tuvo lugar para
convertir el lugar en un espacio sagrado y para que posteriormente el templo
fuese construido en el entorno.
Las
personas están en busca de lo sagrado todo el tiempo. Y en relación a los
católicos romanos mencionaría a Lourdes, donde tuvo lugar la visión de la
Virgen María y a donde millones de personas se dirigen año tras año. Allí se
dan sucesos extraordinarios, y para muchas personas es a menudo un sitio
sagrado. Es un centro. Para los católicos, también Roma mantiene aún hoy un
carácter sagrado, aunque probablemente no en la magnitud que tenía en el pasado.
Por lo
tanto, nuestro centro es un lugar, cualquier lugar que puede llegar a
convertirse en sagrado. Por esa razón, de nuevo en la India, cuando se
construye una casa nunca se la termina sin antes consagrarla. Normalmente el
rito de su consagración está relacionada a las cuatro divisiones del espacio:
norte, sur, este y oeste; se la relaciona al cosmos. Y esto es muy importante.
El
hombre antiguo siempre quiso estar relacionado con el cosmos. Dios, el supremo,
estaba allí, en el cosmos; estaba presente en todas partes del espacio, por eso
el hombre buscaba centrarse en la presencia de Dios y de la creación entera.
Nosotros hemos perdido todo eso. Hemos perdido todo ese sentido de solidaridad
con la totalidad de la creación. Nosotros somos miembros de esa totalidad. De
hecho, somos muy conscientes de los problemas ecológicos, de cómo estamos
destruyendo el mundo debido a que no estamos viendo el universo como sagrado.
Pensamos que podemos hacer lo que gustemos con el mundo: quemarlo, destruirlo,
reducir sus bosques, etcétera. Si simplemente continuamos con esta forma de
actuar, continuaremos con una verdadera situación neutral. Y se debiera saber
que es algo totalmente contrario a la antigua concepción del mundo. Antes, no se
podía cortar un árbol sin antes rendirle culto al espíritu del árbol que
habitaba en el interior del mismo. Cuando uno se disponía a cortar un árbol,
antes le rendía culto a su espíritu y le pedía que lo perdonase por cortar su
cuerpo. Uno debía entrar en contacto con lo sagrado.
Sin embargo, nuestra actual condición surge a partir del
Renacimiento, en el s. XVI. Hasta el s. XVI, prácticamente el mundo entero
vivía en estado de conocimiento de lo sagrado. Esto es obvio en la India, China
y también en África. En Europa, incluso hasta el s. XV existían muchos lugares
sagrados, como fuentes y árboles
sagrados. En un distrito en donde viví por algún tiempo, en el Cotswolds,
recuerdo que todos los ríos eran llamados con el nombre de algún santo. Al río
se le llamaba coln, así que uno tenía
a Coln san Rogers, Coln san Dennis, etc.
En ese sagrado mundo existían todas las cosas, pero el
Renacimiento vino para quebrarlo. Sin embargo, veamos que lo propiamente
sagrado tuvo sus problemas... uno de ellos fue que era algo bueno y malo a la
vez. No era simplemente bueno. La naturaleza es tanto buena como mala. Es muy
encantadora, pero también produce truenos, relámpagos y terremotos. Y lo
sagrado también es peligroso, y uno tiene que ser consciente de ese lado
negativo. Muchos de los dioses hindúes son peligrosos: Brahma es el dios de
creación, Visnu es el dios de preservación y Siva el de la destrucción. Pero
Siva también es el dios de la re-creación, el dios de la gracia. Cuando algo
pasa por la muerte y se renueva, es Siva quien lo renueva. Siva es el dios de
la creación y la destrucción, así como también Kali. Ramakrisna, el santo de la
India moderna, estuvo totalmente consagrado a Kali, no en su forma destructiva
sino como la madre amorosa.
Por lo tanto, también lo contrario está presente en lo
sagrado. Siva es creación y destrucción. Siva, Nataraja, tiene cuatro brazos:
un brazo sostiene la luz, que es la creación; otro sostiene la llama, que es la
destrucción; otro apunta a su pie como una fuente de gracia y el cuarto culmina
en su mano que bendice. Siva es el creador, destructor y renovador de la vida.
Y éstos son símbolos que trazan millones de personas, símbolos que rigen sus
corazones. Esto es un ejemplo de los actos sagrados en ese contexto.
El Rey.
Ahora
deseo hablar del centro como una persona. En primer lugar como el rey. En la
mayoría de los lugares el rey era sagrado, era una forma de Dios. Tenemos al
emperador chino, al emperador japonés, al egipcio, al romano. En Israel, uno de
los grandes temas entre los cananeos era la coronación del rey como la presencia
de Dios. El rey, decían, es Dios. Sin embargo, lo que querían decir es que el
rey es un símbolo de la presencia de Dios. Esto es muy importante. A menudo un
hindú dirá que el guru es Dios, pero
lo que quiere decir es que el guru es
un signo de la presencia de Dios. Dios se aproxima al individuo a través del guru. Dios se aproxima al individuo a
través del rey. De esta manera, casi por todas partes se encuentra esta idea de
que el rey es sagrado.
En la
Iglesia cristiana, todos los emperadores eran coronados por un sacerdote y
consagrados a Dios. Carlomagno llegó a ser líder de Occidente y tuvo que ser
consagrado por el Papa. Ya existía un emperador en el Oriente, pero Carlomagno
quiso tener un estado igual, así que para ser emperador tuvo que ser coronado y
ungido. Una figura de Cristo, realmente; Carlomagno llegó a ser una figura
sagrada.
El Profeta.
Tenemos entonces al rey, al emperador y luego -aunque más directamente- tenemos al
profeta. Samuel es ungido y luego unge a Saúl. Samuel ungiendo a Saúl es un
buen ejemplo de ser ungido por el profeta, pues éste es alguien que tiene
acceso directo a Dios. Este será siempre el sentido esencial: el profeta tiene
acceso directo y está abierto a la presencia de Dios. Y no olvidemos aquí que
aquel Dios siempre es ambivalente. Dios siempre tiene el aspecto creador y el destructivo; como está muy en claro en la Biblia, en el Viejo Testamento. Yahweh
es el Dios de amor, compasión y santidad, etc., pero también es muy destructivo.
Yahweh aniquila a los primogénitos de Egipto y ahoga al ejército en el Mar
Rojo; él conduce y llama a los israelitas a invadir Palestina, a aniquilar a
hombres, mujeres y niños. En el universo hay poderes buenos y malos, y cuando
uno habla de Dios siempre tiene que relacionarlo a los malos poderes de algún
modo. La mayoría de las religiones intentan conciliar de alguna manera el mal
que está por todas partes con el Dios que también está presente en todo lugar.
Este es un problema común para las personas de hoy, quienes a menudo dicen: “Hay un ciclón en Bangladesh y miles de
personas están quedando sin casa, sin hogar, y ¿qué está haciendo Dios al
respecto?”. Esta una pregunta difícil, ¿no es así? Dios lo permite.
Cualquier mal que ocurra, Dios lo permite. Así que nosotros tenemos que admitir
ese mal cuando entendemos que está presente dentro del plan de la divina
providencia, del mundo divino.
El Chamán.
Otra
importante figura es la del chamán, dentro de la tradición nativa de América. El
chamán es una persona a quien se la busca porque posee poder espiritual. La historia escrita por un hombre -creo que Alce Negro-
dice que cuando tenía 12 años aproximadamente se fue a una colina, un poco
lejos del campamento, y durante tres días y tres noches tuvo que permanecer sin
comida, sin bebida y sin ningún tipo de comunicación. El hombre esperaba
recibir una visión de Dios. La persona se aísla del mundo secular, se abre a lo
sagrado y normalmente se involucra en algún tipo de muerte. Tiene que pasar por
la muerte si va a estar abierta a la nueva
vida de la resurrección. Así que permaneció allí. Y Alce Negro tuvo una
maravillosa visión de los indios americanos, de su destino para con el mundo
entero y mucho más. Después de esa experiencia, a menudo haría uso consciente
de su extraordinario poder visionario. El chamán tiene estos poderes
visionarios: ve el futuro, ve el pasado y ve dentro del corazón humano.
Esto
es algo muy común, es común en India, común en Africa. Cierta vez escuché
hablar de una mujer africana a la que se llamaba hechicera pero que en verdad
era una mujer muy santa. Tenía una maravillosa visión del interior de las
personas, de sus vidas. Todos venían a consultarla. Y en el Tíbet existe un tipo de persona que es un oráculo tibetano. Yo me encontré con uno de ellos, tenía un
monasterio no lejos de nosotros y una vez se quedó en nuestro ashram. Tuve una larga charla con él. Es
un hombre muy simple y muy humilde. Me dijo que cuando tenía más o menos 17
años empezó a tener estas visiones y trances que lo dejaban completamente
agotado. Nunca sabía cuando vendrían, súbitamente quedaba sobrecogido por una
visión o caía en trance. Así que los tibetanos le dieron la mano. Durante un
año oraron constantemente, con cantos y rituales continuos, y le mostraron un
método para que los trances sólo vinieran cuando él lo quisiera: él podría
invocarlos, nunca vendrían sin su consentimiento y sólo podría manifestarse una
deidad en un determinado momento, no muchas deidades, pues eso lo
confundía. Ahora es un hombre de 50 o 60 años y siempre que él lo desea, o
cuando las personas se lo piden, entra en trance. Primero se prepara con cierto
ritual, entra en trance y luego las personas vienen y lo consultan, pero él no
sabe lo que dice. Se puede ver que el mensaje viene desde arriba. Las
respuestas aparentemente maravillosas se adaptan a las necesidades de las
personas, pero surgen desde el inconsciente.
Hoy
comprendemos -seguro que lo saben- que nuestra mente consciente es un área
pequeña. Todos nosotros intentamos vivir mediante esta pequeña área de la mente
consciente, pero por debajo están las inmensas áreas del inconsciente. El mundo
antiguo vivió para el inconsciente. Sus mentes conscientes estaban muy
limitadas pero su experiencia del inconsciente era inmensa, por eso todas estas
visiones, revelaciones y experiencias del poder divino eran normales para
ellos. Era natural. De esta manera el chamán está absolutamente abierto a lo
que podemos llamar los poderes divinos y puede tener estas visiones y trances.
El chamán se convierte en un guía de la totalidad de las personas. Y se puede ver que esa facultad no es para uno mismo, todo los poderes se conceden para
beneficio de los demás, para la familia, para el grupo al que se pertenece.
El guru.
El guru.
Otro
ejemplo es el guru hindú. Y esto es
algo muy importante. Desde el tiempo de los Vedas, las personas de la India han
buscado esta experiencia de Dios más allá de las imágenes y conceptos.
Probablemente en el siglo VII o VIII a. C., los videntes empezaron a dirigirse
hacia la soledad del Himalaya, y en lugar de establecer el fuego ofreciendo
cosas en el fuego del ritual establecieron el fuego en su interior: un fuego
interno. No ofrecían dádivas externas, sino que se ofrecían a sí mismos en el
fuego: sus pensamientos, sus sentimientos, sus deseos, sus miedos, todo era
entregado a Dios. Entonces, en esa experiencia interna, se dieron cuenta de la
realidad suprema a la que llamaron brahman.
Abrieron su corazón y se dieron cuenta de la fuente del universo y de la fuente
de su propio ser. Dieron una mirada en torno al universo y vieron al brahman como la fuente detrás de todas
las manifestaciones universales. Después observaron dentro de sí mismos y
encontraron el atman, el ego, el
centro de su ser que es uno con el brahman.
Este atman, este ego, este espíritu
en mí es uno con el espíritu del universo. Ése fue su gran descubrimiento, la
fuente de los Upanishads. El guru es alguien que ha tenido esta
experiencia de Dios, y cuando un grupo de discípulos se reúne alrededor de él
lo hace para compartir esa experiencia.
Esto
es muy diferente a un monasterio cristiano. De hecho, nosotros empezamos con un
edificio: establecemos un edificio, reunimos una comunidad, les damos una regla
y los ponemos en marcha. Esto es muy bueno, pero para el hindú sucede de manera
exactamente contraria: un sadhu
aparece, peregrina de un pueblo a otro y dondequiera que vaya las personas se
reunirán a su alrededor para escucharlo. Después de algún tiempo, algunas de
esas personas le pedirán que se quede y construirán algunas chozas alrededor de
él. Así aparece un ashram. Es un
grupo de personas llamadas a compartir la experiencia. Para ellas, la visión
del guru y el guru se ubican en el lugar de Dios. En la India hay muchos ashrams. Ahora nosotros tenemos un ashram cristiano, un lugar en donde
intentamos vivir un poco de aquella experiencia, en donde el guru es Cristo, claro. Un ashram se convierte en un centro.
El guru es alguien que ha experimentado a
Dios y que puede compartir su experiencia. Pero consideremos que esto tiene
grandes peligros si las personas simplemente se rinden al guru y se tornan inmaduras. Si eso sucede, los discípulos no
crecerán como personas. Existe un gran peligro. Un guru puede ser una persona muy poderosa. Rajneesh es un buen
ejemplo: con una personalidad muy poderosa y una vasta inteligencia domina a
muchas personas y las controla. Un guru
es peligroso. Como dije, lo sagrado siempre es peligroso: tiene maravillosos
poderes a los que uno puede abrirse, pero también tiene terribles poderes de
destrucción. Cualquiera se asombraría al ver cuánta magia negra hay en la India
de hoy. Las personas poseen estos poderes y los usan para causar enfermedades y
hasta la muerte a sus semejantes. Siempre se debe ser consciente de este poder:
es tanto bueno como malo.
El sacerdote.
También
tenemos, claro, al sacerdote. Es un centro típico. Lógicamente, en la iglesia
cristiana está el Papa, los obispos y los sacerdotes. El clero es representante
de Dios y las personas van a un sacerdote para encontrar la guía de Dios. Se
puede secularizar fácilmente al sacerdote y verlo como líder de una comunidad y
demás, pero pienso que el carácter sagrado del sacerdote es importante. No es
simplemente humano, a través de su consagración se vuelve el centro en donde
Dios puede ser contactado. Y eso también se aplica a la liturgia cristiana, a la
eucaristía y todo lo demás, pues se convierte en un rito sagrado cuando creemos
que Dios está presente allí. De esta manera, estamos buscando un centro y se lo
puede apreciar en todas estas diferentes formas.
El centro psicológico.
Ahora
bien, el tramo final hacia el centro es un centro psicológico, así que aquí me
gustaría expresarme en el idioma de san Pablo, quien siempre habla del ser
humano como cuerpo, alma y espíritu: soma,
psique y pneuma. Y debemos recordar esta concepción porque hoy en día
existen muchas personas que piensan que un ser humano es simplemente un
cuerpo/alma, que el alma es todo lo que existe y que no hay nada más allá.
Cuando se piensa de esta manera, en determinado momento aparece la pregunta: “¿Existe una vida futura o algo parecido?”, y luego la persona se torna desconfiada. La
sociedad de hoy realmente está constituida por esta filosofía del cuerpo/alma.
El ser humano tiene un cuerpo, un organismo físico, y la medicina y otras
ciencias tratan con el este organismo; también posee una psique -su mente,
voluntad e imaginación, sus sentidos y sentimientos-, la psique humana entera,
y considera que eso es todo lo que hay. De este modo, la gente consigue que un
científico trate con el mundo físico y un psicólogo con el mundo psicológico,
después de lo cual no hay nada más. Pero más allá del cuerpo y el alma está el pneuma, el espíritu, y ése es el punto
en donde lo humano está siempre abierto a lo divino.
En
cada ser humano, más allá de su cuerpo, de su psique, sus pensamientos,
sentimientos y deseos, hay un punto del espíritu en donde uno está abierto al
espíritu eterno, al propio Dios. Esto es muy claro en san Pablo, en su carta a
los corintios -al igual que en su carta a los tesalonicenses, capítulo 5- en
donde exhorta a consagrarse a Dios en cuerpo, alma y espíritu. Si no fuese así,
entonces san Pablo estaría mintiendo a lo largo de todo su pensamiento. Hoy es
importante para los cristianos recuperar esta comprensión, que más allá de su
cuerpo y su psique, con todo su poder, hay un punto de comunión con Dios. Y ese
punto es un centro. Es un centro más
allá de lo psicológico, es un punto en donde uno no está limitado por sus
sentimientos, pensamientos y deseos humanos, sino que está abierto a lo eterno.
Es un punto en el que Dios actúa sobre nosotros cuando estamos abiertos.
El
centro de nuestra psique es el ego, la personalidad. Crecemos centrados en
nuestra psique, y toda la confusión del mundo se debe a este ego separado. Todos
deseamos hacer las cosas conforme a nuestros gustos particulares y por ello
peleamos con otras personas, originando toda esta confusión que nos inunda.
Hasta que uno no consiga ir más allá de la psique, del ego, del ego separado,
uno no podrá tener acceso al conocimiento espiritual. No existe ninguna otra
manera sino el alejarse de aquel demonio: el ego. En caso contrario, no hay
esperanzas. Pero una vez que uno consigue ir más allá del ego y la psique,
abriéndose al espíritu, se está abierto a lo eterno, a lo infinito; se está
abierto a toda la humanidad. En el nivel físico estamos totalmente divididos,
separados. En el nivel psicológico estamos igualmente divididos. Ahí podemos
conseguir aproximarnos un poco, pero no será algo satisfactorio. Sin embargo,
en el punto del espíritu todos somos uno, ahora y siempre. Y si uno pudiera
abrirse a ese punto del espíritu comprendería la unidad de sí mismo con toda la
creación, con toda la humanidad. Y ésa realmente es nuestra meta en la vida.
Siempre
le digo a todo cristiano que Jesús era como nosotros: tenía un cuerpo, aunque
un cuerpo judío -con todas sus limitaciones-, tenía un alma judía, una psique
particular y su idioma era el arameo. Jesús utilizó, además, el simbolismo del
judaísmo. Jesús fue al templo, a la sinagoga; era judío en su psique pero en su
espíritu estaba totalmente abierto a Dios, al Padre. Y su vida entera se centró
en su relación con el Padre. Por eso siempre decía: “Abba, Padre”. En el evangelio de san Juan, de una manera muy
clara, Jesús dijo que el Hijo no hace nada sino lo que ve hacer al Padre: “Yo no tengo autoridad en mí. Todo proviene
del Padre”. Por lo tanto, Jesús era un hombre, un hombre totalmente
humano que en aquel punto del espíritu estaba totalmente abierto a Dios y por eso podía
decir: “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Quien me ve, ve al Padre”.
Creo que nadie más pudo haber dicho eso. Allí es donde Jesús es uno con
el Padre en el espíritu, pero en el alma y el cuerpo él era un judío, con todas
sus limitaciones. Su idioma tenía las limitaciones de un profeta judío. Sin
embargo, él estuvo vivo en la resurrección: el cuerpo muere en la cruz, pero el
cuerpo sutil, como lo llaman, aparece en la resurrección. El cuerpo espiritual, el cuerpo que es llevado a la vida del espíritu, regresa a Dios y es
totalmente uno con el Padre. De esta forma, Jesús siempre está presente a todos
y en todo en aquella realidad más allá del espíritu.
Creo
que tenemos que recuperar el sentido de lo sagrado en nuestras propias vidas y
en nuestras personas, en nuestras ciudades, en nuestra sociedad. Hoy el mundo
no tiene ningún centro, ningún lugar sagrado en donde podamos estar todos
unidos. Tenemos que descubrir un centro. Considero que las iglesias cristianas
pueden volverse centros, pero ellas tienen
que abrirse al mundo entero tal como es: a la totalidad del mundo oriental, a la
totalidad del mundo africano, etcétera. Cuando eso suceda, los cristianos
podrán recuperar un centro. De hecho, para un cristiano Jesucristo es el
centro. Hay un cuerpo: la Palabra se volvió carne y Jesús es Dios en la
materia, en la vida, en el cuerpo. Así que él está integrado a la totalidad del
mundo físico. Por lo tanto, Jesús -esta personalidad única, su enseñanza, su
amor, su compasión- se convierten en un centro para toda nuestra vida
psicológica. Algunas personas se olvidan de esto. Jesús siempre estuvo viviendo
en el espíritu en comunión con el Padre, su vida entera estaba en esa
comunión y sus milagros, sus enseñanzas, surgieron de ese espíritu interior.
Jesús nos une con la realidad suprema; y en él y a través de él, en nuestros
cuerpos y en nuestras almas, nosotros podemos abrirnos a lo divino, que siempre
está allí, siempre está presente. Si pudiésemos recuperar nuestra conexión con
lo divino, nuestro centro, podríamos cambiar el mundo.
...
[Griffiths
Bede, 1999. Return to the Center, The Bede Griffiths Sangha Newsletter,
vol.2, pp. 2-4].
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