Definición - elogio.
Para captar la riqueza y
complejidad de la nēpsis será mejor que leamos las “definiciones” que le
concede uno de los autores más amables de la Filocalia: el sinaíta Hesiquio; quien no debe confundirse con el
exegeta Hesiquio de Jerusalén. Este autor procede de manera similar al Clímaco,
cuya obra conoce, si bien centra su interés sobre todo en las virtudes
interiores, todas las cuales están incluidas en la nēpsis; o por lo
menos están relacionados con ella en ciertos aspectos. Toda la doctrina de Hesiquio
gira en torno a esta piedra angular:
La nēpsis es un método espiritual que, por la gracia de Dios, libera totalmente al hombre de los pensamientos, de las palabras pasionales y de las malas acciones, pues persevera y procede con alegría. Más aun, ella progresa y logra obtener -en la medida de lo posible- la gnosis de Dios, del Incomprensible, así como la revelación de los misterios divinos y escondidos. Dispone, además, a la observancia de todos los mandamientos de Dios, sean del Antiguo o del Nuevo Testamento, y finalmente concede todo los bienes del siglo futuro.
La nēpsis, hablando con toda propiedad, es aquella pureza del corazón que, a causa de su grandeza y su belleza, o más bien por culpa de nuestra negligencia, ha llegado a ser muy rara entre los monjes. Ella es la pureza del corazón que Cristo beatifica cuando dice: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios” [Mt. 5:8].
Y mucho mayor es su valor, que se obtiene sólo a un alto precio; cuando permanece en un hombre, se convierte en su guía para la vida recta que es agradable a Dios. Y es, así mismo, el ascenso hacia la theōría, pues enseña el recto ejercicio de las tres partes del alma y la custodia de los sentidos; y todos los días hace que en el alma crezcan cada vez más las cuatro virtudes cardinales [21].
Hesiquio no carece de
erudición alguna; cada uno de los beneficios que concede a la nēpsis se
corresponde con alguna enseñanza clásica de la espiritualidad bizantina: la
purificación de los pensamientos, cuyo mecanismo ha preocupado tanto a
Evagrio, a Nilo y a otros psicólogos; la gnosis de Dios y más tarde la
contemplación, tan buscada por los dos Gregorios, el de Nisa y el de Nacianzo;
el “ascenso a la theōría”, expresión que pertenece a Orígenes [22] y que ha
sido repetida por Gregorio el Teólogo [23], aunque en aquel el sujeto de la
frase fue la práxis y no la nēpsis
(¡es una transposición!); “la observancia de todos los mandamientos de Dios”,
uno de los nombres de la práxis en
Evagrio, pero Hesiquio la convierte en sinónima de la nēpsis; la pureza
del corazón, tan inculcada en el evangelio, es -debido a la promesa que
implica- apreciada por todos los místicos; el trimerés tes psykhēs es común en la antropología bizantina; y las
cuatro virtudes cardinales, es decir, la totalidad de las virtudes necesarias
para llegar a la verdadera oración [24]. No le falta nada.
Quienes vienen ahora
intensifican tal elogio a la nēpsis a la vez que la analizan. Ella consiste en vigilar no tanto la conciencia moral con el fin de descubrir la
culpa consentida, sino más bien aquella preconciencia moral que nosotros
denominamos conciencia psicológica. Pero incluso aquí, Hesiquio se mueve sobre
el terreno de una enseñanza tradicional.
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21. Hesychius, Cent.
I, 1, Philocalia I, p. 82 c. 1, PG
93, 1480 D.
22. In Luc.,
hom. I, Rauer, p. 9 y ss.
23. Orígenes, I
contra Jul., n. 113, PG 35, 649 B y ss.
24. Evagrio, De oratione, c. I, PG 70, 1168.
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