por el P. George Morelli
- 2006 -
¿Las prácticas del ascetismo se limitan solo a los
monjes situados en un lugar abandonado o desolado? ¿Son los cristianos comunes
diferentes a como son los monjes? Hace ya casi un milenio atrás que san Juan
Crisóstomo dio respuestas a estas preguntas: “Las personas casadas tienen todo
en común con los monjes, excepto el matrimonio”, afirmó.
Y un monje del Monte Athos ilustró aún mucho más la
relación entre el monaquismo y la vida en el mundo: “El monje es alguien que
está con el mundo en su desierto, y en el desierto cuando está en el mundo”,
escribió. Sus palabras se aplican tanto a los cristianos casados como a los que
pertenecen al monaquismo.
Los cristianos son llamados a seguir y servir a Dios
dondequiera que él esté. Para la mayoría de cristianos, Dios está “en el
mundo”. Así como el Padre envió a su Hijo al mundo, así también nosotros hemos
sido enviados al mundo. Sin embargo, tenemos que alejarnos del mal que hay en
él. Durante su última oración Jesús dijo:
No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, tal como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad (Jn. 17:15-17).
Estas palabras son particularmente importantes a
medida que los cristianos ortodoxos se preparan para la Gran Cuaresma. Durante la
cuaresma, el cristiano ortodoxo se retira al desierto para comprender y
experimentar con mayor profundidad al Cristo resucitado. Todos los días, sin
embargo, han de estar presentes ciertos elementos de la disciplina cuaresmal
que conducen a aquella iluminación que Cristo ofrece a quienes lo buscan.
Pierre-Marie Delfieux, en The Jerusalem Community Rule of Life (1985), nos señala cómo los padres
de la Iglesia estructuraron la vida de manera tal que pudiéramos seguir las
enseñanzas de san Juan. San Basilio, en su Longer
Rule, nos aconseja a estar cerca y a
relacionarnos con los demás, pero al mismo tiempo tenemos que mantener
distancia y a permanecer siendo solitarios. San Benito enseñó a sus monjes a
centrarse en las necesidades de los demás mientras anhelaban únicamente a Dios.
Marta, María y la inteligencia entrenada.
Para los cristianos que no son monjes, los consejos de
Basilio y Benito pueden ser descritos como el vivir de Marta y de María. El
evangelio de Lucas registra la historia al respecto:
Yendo ellos de camino, entró a un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose pues, dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude. Le respondió el Señor: Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada (Lc. 10:38-42).
Tanto la senda de Marta como la de María conducen a
Dios. Esta es la razón por la que ambas mujeres son tenidas como santas dentro
de la Iglesia. Sus roles se complementan mutuamente, si bien cada uno de ellos
es necesario en diferentes momentos. Los cristianos tienen que combinar ambos
roles de maneras que se adecúen a nuestra personalidad. Por ejemplo, los
extrovertidos pueden que se sientan más cómodos remarcando el rol de Marta. Y
los introvertidos puede que estén más confortables en el rol de María.
La integración de la espiritualidad y la personalidad
exige inteligencia, razonamiento y oración. San Pablo le dijo a los corintios:
“Rezaré con el espíritu, pero lo haré también con la mente; cantaré salmos con
el espíritu, pero lo haré también con la mente” (1 Cor. 14:15). Y san Máximo el
Confesor nos enseñó: “Una mente pura ve las cosas correctamente y una
inteligencia entrenada logra ponerlas en orden”.
Una piedra fundamental de la inteligencia entrenada es
la “apertura del corazón”. En su Spiritual
Direction in the Early Christian East, Ireneo Hausherr (1990) sostiene que
la apertura del corazón no es solo la apertura de la conciencia sino por sobre
todo una apertura de los pensamientos. El antiguo padre espiritual esperaba que
sus hijos espirituales le revelasen su verdadera disposición interior, la cual
se deducía a partir de los movimientos de su corazón. Esto no es diferente a la
psicoterapia, en donde el paciente revela sus sentimientos y pensamientos
íntimos al clínico.
Al tratar sobre la temprana psicología ascética, Hausherr
nota la “propuesta de un pensamiento que esté libre de toda culpa”. Y esto es
algo importante, pues sugiere que es en los pensamientos íntimos en donde la
lucha espiritual tiene su inicio. San Marcos el Asceta, escribió en Contra los mesalianos que “el diálogo
interior con la insinuación (tentación) puede concluir en una victoria o en el propio
pecado”. El diálogo interior conduce a la acción, y los actos repetidos
producen ya sea la libertad o la pasión y cautividad del alma.
Psicología cognitiva y prácticas antiguas.
Los psicólogos cognitivos, sirviéndose de su propio
vocabulario técnico, han demostrado evidencia empírica para aquellos procesos
espirituales. La “automaticidad” de los pensamientos irracionales conducentes a
emociones disfuncionales es algo que está bien documentado (Beck, 1991). La
dificultad para desafiar o luchar contra estos pensamientos, y por lo tanto
para modificar los sentimientos y conductas, ha sido perfilada por la moderna
psicoterapia científica en su vertiente cognitivo-conductista.
El primer paso dentro del proceso de desafío-lucha es
precisar las cogniciones distorsionadas (los pensamientos irracionales).
Normalmente, y con ayuda del clínico, el paciente confecciona de manera escrita
un listado de sus pensamientos irracionales. Sin este importante paso, el
cambio cognitivo-conductual no puede llevarse a cabo.
De igual manera, los padres de la Iglesia enfatizaron
la importancia de la exposición de una manera completa y sistemática. Para los
padres espirituales, esta acción se realiza con vigilancia (nepsis), con atención y con cuidado del
corazón. Hausherr (1990) cita un anónimo dicho: “Cuando los pensamientos
malvados te acosen, no los ocultés sino más bien reveláselos a tu padre
espiritual. Cuanto más se esconden los pensamientos, tanto más se multiplican y
adquieren mayor fuerza”.
La razón para esta revelación es poder facilitarle al
padre espiritual una base para el discernimiento (diakrisis). Los padres conocían la importancia de la exposición y
la usaron hasta desarrollar verdaderas técnicas, que no son diferentes a los
procesos cuya eficacia ha sido demostrada por los modernos investigadores de la
psicología cognitiva.
Los escritores ascéticos consideraban que para el
discernimiento era necesario un padre espiritual. Los peligros de ilusión y
exageración pueden conducir a errores teóricos y prácticos por parte de los
cristianos que están luchando, sean jóvenes o viejos. Este proceso de
discernimiento es tan importante, que ya san Antonio dijo: “Hay muchos que
extreman sus cuerpos por medio del ascetismo, pero terminan lejos de Dios
porque carecen de discernimiento. En su ilusión, ellos ignoran el mandato que
dice: ‘Preguntále a tu padre, y dejá que él te enseñe’” (citado por Hausherr,
1990, p.158).
Si bien existe una amplia proliferación de libros de
autoayuda, incluso en la científica psicoterapia cognitiva (como por ejemplo,
Burns, 1980; Ellis y Harper, 1961; y Gottman, 1994), con frecuencia los autores
de tales guías sugieren a sus lectores que consulten a profesionales preparados
para abordar sus más serios problemas. Burns, por ejemplo, señala que sería
“irrazonable” esperar un mejoramiento o una recuperación simplemente tras haber
leído un libro. Lo que se necesita es “la ayuda adicional de un profesional de
la salud mental”.
Desde una perspectiva moderna, los escritores
espirituales ascéticos, parecieran haber comprendido la conexión entre
pensamientos, emociones y conducta. El obispo Hierotheos Vlachos (1994, p.214),
señala que: “Es en la parte inteligente del alma en donde operan los malvados pensamientos
que animan el deseo e intentan capturar el nous
del hombre, lo hacen de tal manera que el pecado sea cometido. El desarrollo
del pecado comienza con los pensamientos”. Y luego continúa precisando lo que
son los pensamientos según san Máximo el Confesor.
San Máximo distingue entre el pensamiento simple y el
compuesto. Los pensamientos que no producen pasiones (emociones) son simples.
En tanto que los pensamientos compuestos consisten en imágenes conceptuales
acompañadas por la pasión (Philocalia 2,
1981, p.79). Pero ahora surge una pregunta: ¿Cómo debemos actuar frente a estos
“pensamientos” según los padres de la Iglesia? San Máximo el Confesor afirma
que: “La separación entre el pensamiento y la acción puede realizarse a través
del amor y el autocontrol” (ibíd. p.89).
En Unseen
Warfare -un libro editado por Nicodemo del Sacro Monte y revisado por san
Teófano el Recluso- se nos concede un resumen de los padres de la Iglesia sobre
este tema y se sugieren métodos como: el fortalecimiento de la voluntad, la
súplica a Nuestro Señor Jesucristo y el hacer algo opuesto a lo que insinúa el
pensamiento. El apelar a Nuestro Señor es esencial para cualquier cristiano, ya
que él es la fuente de nuestra vida y de nuestra fuerza, y todo lo que hacemos
en su nombre siempre es bendecido.
Un proceso similar, llamado “detención del
pensamiento”, fue desarrollado y demostrado como eficaz por Cautela (1969) y
Wolpe (1969). Sin embargo, muchas otras técnicas cognitivas podrían agregarse en
nombre de Cristo para ayudar a la sanación espiritual y psicológica del
paciente/perturbado [prodigal]. Pienso
que está dentro del espíritu de los padres espirituales el servirse de técnicas
psicológicas cuya eficacia haya sido demostrada por la investigación.
Psicología y crecimiento espiritual.
Los cristianos se perciben a sí mismo como creados a
imagen de Dios y llamados a ser como él. Han sido creados con cuerpo, mente y
espíritu. Basados en una comprensión
actual sobre cómo funciona la mente, los cristianos pueden aplicar ese
conocimiento a su crecimiento psicológico y espiritual. El conocimiento de las
distorsiones cognitivas, y la manera en que se verifican en nuestras vidas, se
halla entre los importantes usos de la psicología cognitiva bajo el espíritu de
los padres espirituales.
La investigación clínica y la efectuada por psicólogos
cognitivos ha encontrado ocho distorsiones cognitivas (Beck, 1995):
1. Abstracción
selectiva: es concentrarse en un solo suceso mientras se excluye otros. En
uno de mis recientes casos, Jack, un ingeniero, se concentró selectivamente en
una amonestación que había recibido de su supervisor mientras ignoraba el
elogio que la semana anterior le había otorgado el director principal del
proyecto. Esta percepción irracional lo condujo a una depresión.
2. Inferencia
arbitraria: es trazar una conclusión injustificada debido a hechos desarrollados
en una situación ambigua. El mismo paciente mencionado arriba, concluyó que su
próxima evaluación (por parte de su supervisor) resultaría insatisfactoria. Eso
le condujo a una mayor depresión.
3. Personalización:
es culparse por un suceso del que no se es responsable. Otra paciente, Linda,
cayó en depresión cuando en una reunión de negocios (que no era de su área de
trabajo y estaba compuesta por veinticinco personas) su supervisor sostuvo que
“hay algunos en el sector que no son parte del equipo”. Ella inmediatamente “personalizó”
la afirmación sin ninguna evidencia de que el jefe se estaba refiriendo a ella.
4. Polarización:
es percibir o interpretar sucesos en términos de todo-o-nada. Cinthya, otra
paciente, llegó deprimida tras recibir una “B” en una materia universitaria.
Ella “polarizó” el suceso en dos categorías: buena-mala estudiante. Y una “B”
entraba en el polo negativo. Ella no podía ver que todos los sucesos se hallan
dentro de un continuum entre dos polos. En tal escala, una “B” está más cerca
de una “A” que una “F”, por ejemplo.
5. Generalización:
es la tendencia a ver las cosas en categorías de siempre-nunca. Otra paciente,
Mary, se deprimió durante su terapia marital, pues concluyó irracionalmente que
su esposo “nunca” cambiaría y que “siempre” sería el mismo. Su disforia la
condujo a un patrón de conducta autofrustrante que la distanció aún más de su
marido y la dispuso para lo que no quería: un pobre matrimonio.
6. Expectativas
exigentes: es la creencia de que existen leyes o reglas que tienen que ser
obedecidas. Kim vino a terapia porque se deprimió a raíz de que su hijo no le
hablaba. Ella irracionalmente creía que existe “una ley en el universo” que
dice que los hijos deben hacer lo que sus madres le piden, y si no éstas tienen
derecho a molestarse. Ella no podía notar que Dios nos “pide” que lo
obedezcamos y que por eso nos concede libre albedrío. El propio Cristo respetó el
libre albedrío de las criaturas que había creado, tal como lo demuestran la
suavidad de sus exhortaciones. Como Cristo, los padres tendrían que elegir
trabajar constructivamente hacia una obediencia razonable por parte de sus
hijos. Un programa de recompensas por la conducta apropiada y de castigos por
la inapropiada, que fuera suministrada sin ira, ansiedad ni depresión, sería
constructiva para la emergencia de una buena conducta; eso y no el simplemente exigirla.
Las preferencias sustituyen a las exigencias.
7. Catastrofización:
es la percepción de algo como 100% malo, terrible o espantoso. Kim erróneamente
reaccionó ante la negativa de su hijo de hablarle como si fuese “el fin del
mundo”. Por medio de una intervención cognitiva, luego descubrió que en una
escala de problemas que pudiera tener con su hijo, el que él no le hablase se
hallaba en un nivel muy inferior; no era una catástrofe.
8. Razonamiento
emocional: es considerar que los propios sentimientos son hechos concretos.
Sandy “sentía” que ella no le agradaba a su nuevo jefe. Cuando se le preguntaba
cómo es que sabía eso, respondía que sus “sensaciones nunca se equivocaban”. No
podía distinguir entre la realidad de un sentimiento y un sentimiento como
prueba de algo (lo que es imposible). Por ejemplo, yo les suelo decir a mis
pacientes: “En la época de Cristóbal Colón, sin importar con cuánta intensidad
la gente ‘sintiera’ que la tierra era plana, la misma no lo era”.
Tras identificar estas distorsiones cognitivas, la
investigación clínica demuestra que se tiene que luchar contra ellas. Esto no
es diferente a lo que los padres espirituales sostenían, que los pensamientos
malvados tienen que ser manifestados. Y la moderna psicología nos concede más
herramientas para poder lograrlo. Los padres de la iglesia con seguridad
habrían dado la bienvenida a tales procedimientos. Muy efectivo durante el
proceso de lucha es el enseñarle –nótese la importancia de un guía
psicológico/espiritual- al paciente/perturbado las “preguntas desafiantes”:
1. ¿Dónde está la evidencia? (Sea en pro o en contra
de la idea o pensamiento).
2. ¿Existe otra
manera de ver esta situación? (Explicaciones alternativas).
3. ¿Es tan malo como aparenta? (¿Qué sería si lo peor
o lo mejor sucediesen, la persona podría vivir con eso? ¿Cuál es el resultado
más realista?
4. ¿Cuál es el efecto de seguir sosteniendo mis
pensamientos? (¿Qué pasaría si alterase mis pensamientos?).
Un ejemplo
práctico.
Un breve ejemplo espiritual/psicológico sobre este
proceso sería de mucha ayuda. Una joven de 18 años se acerca para un proceso de
counseling (para una guía clínica/pastoral – counseling/espiritual a favor de
su salud mental). Se encuentra muy abatida. El Inventario de Depresión de Beck
indica un puntaje de 32, indicando una depresión severa. De hecho, se halla muy
desesperanzada. Durante la sesión inicial revela que anteriormente había tenido
un aborto y que ahora se encuentra con un embarazo de dos meses por parte de su
padre. Más aún, ella ha sido sexualmente abusada por su padre desde que era una
tierna adolescente. Se considera a sí misma como un ser horrible, se condena
por los abusos sexuales que padece y cree que nunca podrá olvidarlos. Esta
joven se siente abandonada por Jesús y por cualquier persona decente que está
cerca de ella.
Pastoral y clínicamente, esta sufriente hija de Dios es
capaz de expresar sus pensamientos y sentimientos, y sus experiencias son
validadas debido a que son auténticas. En cierto punto, sin embargo, una vez
que la confianza entre ella y el guía clínico/espiritual logró establecerse, el
“desafío” comienza a tener lugar.
Se puede ayudar a la joven a que identifique sus
distorsiones cognitivas. Ella está etiquetándose y polarizándose como “mala”; deduciendo
arbitrariamente que ella está “maldita y no puede ser perdonada”. Al combinar
el enfoque cognitivo y el espiritual, se podría integrar su fe en el proceso de
“desafío”. Se le podría acercar el pasaje del evangelio de san Juan (8:18) en
donde una mujer es atrapada en adulterio. Se le podría pedir que lo leyese y que
explorase la manera en que el texto podría aplicarse a su vida. En especial las
palabras de Jesús: “Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”.
Es posible, además, que se puedan revisar las
enseñanzas de la Iglesia sobre el perdón y sobre el pecado contra el Espíritu
Santo, ya que se relacionan con ella. Cada una de sus distorsiones cognitivas
podría ser examinada mientras se buscan explicaciones alternativas y se
observan sus consecuencias. Existe una gran cantidad de enseñanzas escriturales
y pastorales de Nuestro Señor y de los santos que podrían ser de utilidad. Y a
medida que el “desafío” continua, el proceso sería alentado a través del amor y
del espíritu de Cristo.
El mundo, la creación de Dios, es algo que tiene que
ser amado: “Y llamó Dios a lo seco “tierra” […]; y vio Dios que estaba bien”
(Gn. 1.10). Tal como el salmista lo declara: “Los cielos cuentan la gloria de Dios,
la obra de sus manos anuncia el firmamento” (Sal. 19:1). Lo que se necesita
rechazar es el mundo que nos separa de Dios y de nuestro amor entre unos y
otros.
Como cristianos, nuestra tarea es ser –para usar la admonición de san Pablo-
“astutos como serpientes”. Tenemos que usar nuestra inteligencia -por medio de la
cual somos como Dios- para “vigilar” y “discernir” lo que es bueno y nos
conduce a Dios y a los demás, de aquello que es malvado y nos aleja de Dios y
de los demás. El llamado que se nos hace como hijos de Dios exige esto: la
sabiduría de los padres espirituales. Traer a Cristo a este mundo actual
significa continuar con las prácticas ascéticas de nuestros padres espirituales
mediante el uso de los hallazgos científicos de la psicología actual.
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Beck, A.T. (1991). Cognitive Therapy: A 30-year perspective. American
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Beck, J.S. (1995). Cognitive Therapy: Basics and beyond. The
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- Burns, D. D. (1980). Feeling Good: The New Mood
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- Wolpe, J. (1969). The Practice of Behavior Therapy. NY: Pergamon.
- Vlachos Hierotheos, (1994). Orthodox Psychotherapy: the Science of the Fathers. Lavadia,
Greece: Birth of the Theotokos Monastery.
...
El
rev. P. George Morelli , Ph.D., es psicólogo clínico y
terapeuta de pareja y familia. Es pastor asistente en la iglesia ortodoxa
antioquiana de san George, en san Diego, California.
Morelli George (05 de marzo del 2006). Ascetism
and Psychology In The Modern World. OrtodoxyToday.org
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