21.11.13





Retorno al centro

por el P. Bede Griffiths, O.Cam.
 
La idea del P. Bede, de volver al centro relacionado con el sentido de lo sagrado, fue un tema importante a lo largo de toda su vida; y en 1978 escribió un libro titulado: Return to the Center. Esta es la primera parte de una conferencia que dio sobre este tema en Perth, Australia, en 1992. La conferencia fue grabada y transcrita por Doug Conlan.

Hoy quiero hablar sobre el tema de Return to the Center. Desde el comienzo de la historia, el hombre siempre ha buscado un centro de comunión con Dios, de comunión con el espíritu de lo infinito. Si regresamos a los tiempos paleolíticos -casi 50000 años a.C.- veremos que las personas aún disponían de estos centros. Hoy siento que lo que el mundo ha perdido es este centro espiritual; no hay ningún centro espiritual en el mundo de hoy. Hay centros individuales, quizás; puede que todos nosotros creemos algún tipo de centro, pero el mundo en su conjunto hoy no tiene ningún centro espiritual. Por eso estamos terriblemente divididos. Hay conflictos y confusiones, como gobiernos que se dividen y cosas por el estilo. Es una necesidad urgente el que podamos encontrar el centro espiritual que nos une a Dios y a la humanidad. Y tiene que tratarse de un lazo que logre congregar a toda la humanidad.

En el curso de la historia humana han existido varios de estos centros y el primero, claro, creo que se halla en la edad megalítica. No sé si saben que los grandes círculos de piedra se encuentran por casi todo el mundo: son inmensos pilares de piedra erigidos en círculo. En Inglaterra se hallan en Stonehenge, cerca de Salisbury, donde viví hace mucho tiempo. Stonehenge es un ejemplo magnífico, creo que el gran círculo de piedras que pesa casi cien toneladas data aproximadamente del 3000 a.C. ¿Cómo las colocaron en ésa posición?, nadie lo sabe. El logro es extraordinario y allí está. Hoy todos reconocen que fue un centro, fue un lugar donde uno podía estar en comunión con el espíritu universal. Cuando alguien delimita un horizonte, lo que se mantiene dentro de ese límite recibe el nombre de tenaemos, o aquello que se mantiene fuera del mundo profano. Continuamente intentamos encontrar un centro sagrado. En el mundo antiguo se sostenía que el mundo entero era sagrado: la tierra, el cielo, el mar; pero había ciertos lugares en donde uno podía conseguir entrar en contacto con lo sagrado de una manera especial, y ésa es la razón por la que estos megalitos aparecieron.

Creo que hay uno en Malta, en España; en la costa de Francia hay uno muy famoso; y también está el muy conocido en Bretaña, en Stonehenge, aunque allí existen otros más. Si vamos hacia arriba, también los encontramos en Noruega y Suecia. Pienso además en Japón y en el Pacífico; la isla de Pascua creo que es otra muestra bastante famosa. Podemos ver que el mundo entero tiene estos megalitos. Cierta teoría sostenía que todas estas expresiones provenían de Egipto, y la misma prevaleció durante algún tiempo, pero ahora se cree que estas manifestaciones son mucho más viejas que las pirámides egipcias: serían aproximadamente del 4000 o 5000 a. C.

Me parece que probablemente haya existido cierto movimiento -que puede haber tenido una base comercial- que logró extenderse por todo el mundo creando estos centros. Por ejemplo, en Inglaterra, Cornualles siempre ha tenido minas de estaño. Y los antiguos comerciantes pueden haber estado en busca de esos metales. Puede que haya existido, como a menudo sucede con estas cosas, una razón secular detrás de todo movimiento. Pero ya sea que fuesen motivos comerciales o cualquier otro motivo -y ha de haber sido un motivo importante- aquellos hombres debían tener un centro sagrado.

Quizás deba agregar en este punto que, como se sabe, aún permanece en la India la idea de que todo es sagrado. Y sucede de manera contraria a Australia o América, en donde nada es sagrado sino que todo es profano. En la India, como ya lo dije, la tierra es sagrada. Nunca se ara un campo para el cultivo de arroz sin antes realizar una ceremonia. Cuando los agricultores van a plantar arroz, me piden que los acompañe y juntos realizamos algún ritual para bendecir el arado de los campos. Si se va a construir una casa, los futuros propietarios y demás personas vienen, y cuando van a ingresar por las puertas -pues normalmente ya han demarcado el lugar de las puertas y ventanas- tengo que acompañarlos y bendecir el nuevo hogar. Las cosas siempre se consagran. Todo tiene que ser consagrado, no debemos realizar ningún trabajo sin antes ofrecérselo a Dios.

Un hecho particularmente interesante para mí es el haber fundado una cooperativa en nuestro pueblo. Habían aproximadamente 200 o 300 tejedores que estaban siendo explotados, así que decidimos formar una cooperativa. Normalmente yo acudía a sus reuniones: cada reunión empezaba con la oración a uno de los dioses hindúes y poco después incluso los libros de cuenta tuvieron que ser consagrados, porque nada debía estar fuera del área sagrada. Esta es la idea: dondequiera que van, las personas establecen sitios sagrados. Esta necesidad empezó por lo menos hace 5000 años antes de Cristo. Y desde entonces ha continuado así a través de todas las edades del mundo.

Otro centro importante es la montaña. El cielo siempre ha sido considerado como la gran fuente de lo sagrado –de aquello que desciende del cielo- y una montaña es un lugar en donde uno está más cerca al cielo, más cerca a lo sagrado. Por eso las montañas siempre han sido consideradas sagradas. El monte Olimpo, en Grecia, es un claro ejemplo de este hecho. En la India, la montaña Meru es considerada el centro del universo. Éste es otro punto a tener en cuenta: estos lugares sagrados eran centros del universo. En la antigüedad uno no sabía mucho sobre el mundo exterior, así que cuando uno estaba en contacto con la santidad suprema estaba en el centro del mundo entero. Las montañas son sagradas. En nuestra área por ejemplo, nuestro asram está situado cerca al río, junto a dos colinas en su entorno. Si uno simplemente sube en línea recta por una de ellas se encuentra con un templo a Siva. También hay un templo a Siva en la villa local y hay otro templo sobre la colina del otro lado. Así que estamos rodeados de estos lugares sagrados, con el templo en la colina. Prácticamente todo pueblo en la India tiene su templo, lugares que se convierten en centros de conciencia espiritual. Esto es algo muy real, ya que uno se torna consciente del carácter sagrado del entorno todo el tiempo. Y la montaña es una parte de ese espacio sagrado.

Un templo, por supuesto, siempre ha sido un lugar sagrado, pero el palacio de los reyes también es sagrado porque los reyes en la India son personas sagradas. Este es un hecho muy interesante, pues en los palacios existen tres habitaciones: en la habitación más baja estaba la habitación común del rey; la segunda la usaba el monarca cuando estaba ayunando, y en  la tercera celebraba su unión con Dios. Así que habían tres estados: la tierra, el medio y lo supremo. Hoy en día incluso vemos que en Inglaterra, el rey o la reina son coronados en la Abadía de Westminster. En la actualidad no tiene mucho significado, pero es algo muy real. El rey no es simplemente un ser humano al que uno ha elegido para gobernar, el rey es alguien consagrado por Dios. Obtiene su autoridad desde Dios. Obviamente esto tiene sus peligros, por eso muy a menudo nos libramos de los reyes, pero también es una manera de relacionar a las personas a una figura central.  Y éste es su auténtico valor.

El centro también lo vemos en Grecia. Los griegos no eran particularmente religiosos pero se sabe que siempre que se fundaba una ciudad (y el mundo griego estaba hecho de ciudades-estados) el fuego sagrado era llevado hasta allí y protegido, convirtiéndose luego en un centro urbano. Incluso, como creo que lo sabrán, es probable que el fuego llevado a Atenas durante los Juegos Olímpicos guardase la misma relación. Los deportes también son sagrados. No hay nada fuera de lo sagrado en ese mundo. Y estos son sólo ejemplos del mundo antiguo.

En nuestro mundo actual aún existen lugares sagrados. Jerusalén: la mayoría de las personas en el Occidente, judíos y cristianos, consideran a Jerusalén como un centro. Era, y de hecho aún lo es, un lugar de peregrinación para miles de personas. Y también Roma, que a través de toda la Edad Media fue un centro sagrado; es extraordinario cómo todos deseaban ir a Roma porque se suponía que san Pedro estaba enterrado allí. Cuando una persona era enterrada en un lugar se creía que ella estaba realmente presente allí, no se había marchado sino que siempre estaba presente. Cualquier persona podía estar en su presencia. Podría mencionar también a la India, en donde se va al encuentro con un hombre santo no tanto para escucharlo o para algún otro propósito particular como para obtener su darshan, estar en su presencia; y su presencia es la presencia de Dios en él. Nosotros siempre hemos concebido al hombre santo como la persona en quien Dios está presente. Y aquí podría mencionar algo que es muy conmovedor: llevo este kavi -una prenda de color azafrán, un color sagrado en la India- que significa que uno es una persona consagrada, y a menudo los hindúes vienen y se postran ante mí porque ven a Dios en mi persona. Esto es algo realmente conmovedor. Ellos no están rindiéndome culto a mí, sino que ven a Dios presente en mí.

Tenemos lugares como Jerusalén, Roma y Benarés, en la India, claro. Benarés también es conocida como Varanasi. Todo devoto hindú desea bañarse en su río y ser incinerado allí. Otro aspecto interesante es que cuando uno se baña ve en primer lugar que las aguas son sagradas, pero además ve que bañarse es un tipo de muerte. Uno se aproxima a las aguas del Ganges, el río sagrado, para bañarse, pero años más tarde, cuando muere y es incinerado, sus cenizas serán arrojadas a esas mismas aguas. Se puede ver que Benarés todavía es un centro sagrado.

También la Meca es un claro ejemplo. La ka'bah, la piedra sagrada, había estado allí por generaciones, pero fue solo mucho más tarde que se construyó la mezquita alrededor de ella. Toda la devoción musulmana se centra en la ka'bah. De hecho, una vez en su vida se supone que todo musulmán hace la peregrinación al lugar sagrado, el lugar desde donde proviene el Islam. Esto algo profundamente significativo -profundo en la psique-, ya que no se trata sólo de una travesía que uno realiza sino que se está respondiendo a una intensa necesidad de nuestra naturaleza por encontrar a Dios, por encontrar el lugar de Dios. En la Biblia se dice que cuando Jacob se recostó para dormir, tuvo una visión: los ángeles iban de arriba hacia abajo. Cuando se despertó, Jacob se dijo: “Dios debe estar en este lugar”. Así que llamó al lugar bethel, “la casa de Dios”, y puso una piedra en ese sitio. Esto es algo común, por eso el lugar en donde tuvo su visión llegó a ser sagrado. Me parece que todo templo hindú ha surgido de un incidente de este tipo, algún evento previo tuvo lugar para convertir el lugar en un espacio sagrado y para que posteriormente el templo fuese construido en el entorno.

Las personas están en busca de lo sagrado todo el tiempo. Y en relación a los católicos romanos mencionaría a Lourdes, donde tuvo lugar la visión de la Virgen María y a donde millones de personas se dirigen año tras año. Allí se dan sucesos extraordinarios, y para muchas personas es a menudo un sitio sagrado. Es un centro. Para los católicos, también Roma mantiene aún hoy un carácter sagrado, aunque probablemente no en la magnitud que tenía en el pasado. 
 
Por lo tanto, nuestro centro es un lugar, cualquier lugar que puede llegar a convertirse en sagrado. Por esa razón, de nuevo en la India, cuando se construye una casa nunca se la termina sin antes consagrarla. Normalmente el rito de su consagración está relacionada a las cuatro divisiones del espacio: norte, sur, este y oeste; se la relaciona al cosmos. Y esto es muy importante.

El hombre antiguo siempre quiso estar relacionado con el cosmos. Dios, el supremo, estaba allí, en el cosmos; estaba presente en todas partes del espacio, por eso el hombre buscaba centrarse en la presencia de Dios y de la creación entera. Nosotros hemos perdido todo eso. Hemos perdido todo ese sentido de solidaridad con la totalidad de la creación. Nosotros somos miembros de esa totalidad. De hecho, somos muy conscientes de los problemas ecológicos, de cómo estamos destruyendo el mundo debido a que no estamos viendo el universo como sagrado. Pensamos que podemos hacer lo que gustemos con el mundo: quemarlo, destruirlo, reducir sus bosques, etcétera. Si simplemente continuamos con esta forma de actuar, continuaremos con una verdadera situación neutral. Y se debiera saber que es algo totalmente contrario a la antigua concepción del mundo. Antes, no se podía cortar un árbol sin antes rendirle culto al espíritu del árbol que habitaba en el interior del mismo. Cuando uno se disponía a cortar un árbol, antes le rendía culto a su espíritu y le pedía que lo perdonase por cortar su cuerpo. Uno debía entrar en contacto con lo sagrado.

Sin embargo, nuestra actual condición surge a partir del Renacimiento, en el s. XVI. Hasta el s. XVI, prácticamente el mundo entero vivía en estado de conocimiento de lo sagrado. Esto es obvio en la India, China y también en África. En Europa, incluso hasta el s. XV existían muchos lugares sagrados, como  fuentes y árboles sagrados. En un distrito en donde viví por algún tiempo, en el Cotswolds, recuerdo que todos los ríos eran llamados con el nombre de algún santo. Al río se le llamaba coln, así que uno tenía a Coln san Rogers, Coln san Dennis, etc.

En ese sagrado mundo existían todas las cosas, pero el Renacimiento vino para quebrarlo. Sin embargo, veamos que lo propiamente sagrado tuvo sus problemas... uno de ellos fue que era algo bueno y malo a la vez. No era simplemente bueno. La naturaleza es tanto buena como mala. Es muy encantadora, pero también produce truenos, relámpagos y terremotos. Y lo sagrado también es peligroso, y uno tiene que ser consciente de ese lado negativo. Muchos de los dioses hindúes son peligrosos: Brahma es el dios de creación, Visnu es el dios de preservación y Siva el de la destrucción. Pero Siva también es el dios de la re-creación, el dios de la gracia. Cuando algo pasa por la muerte y se renueva, es Siva quien lo renueva. Siva es el dios de la creación y la destrucción, así como también Kali. Ramakrisna, el santo de la India moderna, estuvo totalmente consagrado a Kali, no en su forma destructiva sino como la madre amorosa.

Por lo tanto, también lo contrario está presente en lo sagrado. Siva es creación y destrucción. Siva, Nataraja, tiene cuatro brazos: un brazo sostiene la luz, que es la creación; otro sostiene la llama, que es la destrucción; otro apunta a su pie como una fuente de gracia y el cuarto culmina en su mano que bendice. Siva es el creador, destructor y renovador de la vida. Y éstos son símbolos que trazan millones de personas, símbolos que rigen sus corazones. Esto es un ejemplo de los actos sagrados en ese contexto. 
 
El Rey.

Ahora deseo hablar del centro como una persona. En primer lugar como el rey. En la mayoría de los lugares el rey era sagrado, era una forma de Dios. Tenemos al emperador chino, al emperador japonés, al egipcio, al romano. En Israel, uno de los grandes temas entre los cananeos era la coronación del rey como la presencia de Dios. El rey, decían, es Dios. Sin embargo, lo que querían decir es que el rey es un símbolo de la presencia de Dios. Esto es muy importante. A menudo un hindú dirá que el guru es Dios, pero lo que quiere decir es que el guru es un signo de la presencia de Dios. Dios se aproxima al individuo a través del guru. Dios se aproxima al individuo a través del rey. De esta manera, casi por todas partes se encuentra esta idea de que el rey es sagrado.

En la Iglesia cristiana, todos los emperadores eran coronados por un sacerdote y consagrados a Dios. Carlomagno llegó a ser líder de Occidente y tuvo que ser consagrado por el Papa. Ya existía un emperador en el Oriente, pero Carlomagno quiso tener un estado igual, así que para ser emperador tuvo que ser coronado y ungido. Una figura de Cristo, realmente; Carlomagno llegó a ser una figura sagrada.

El Profeta. 
 
Tenemos entonces al rey, al emperador y luego -aunque más directamente- tenemos al profeta. Samuel es ungido y luego unge a Saúl. Samuel ungiendo a Saúl es un buen ejemplo de ser ungido por el profeta, pues éste es alguien que tiene acceso directo a Dios. Este será siempre el sentido esencial: el profeta tiene acceso directo y está abierto a la presencia de Dios. Y no olvidemos aquí que aquel Dios siempre es ambivalente. Dios siempre tiene el aspecto creador y el destructivo; como está muy en claro en la Biblia, en el Viejo Testamento. Yahweh es el Dios de amor, compasión y santidad, etc., pero también es muy destructivo. Yahweh aniquila a los primogénitos de Egipto y ahoga al ejército en el Mar Rojo; él conduce y llama a los israelitas a invadir Palestina, a aniquilar a hombres, mujeres y niños. En el universo hay poderes buenos y malos, y cuando uno habla de Dios siempre tiene que relacionarlo a los malos poderes de algún modo. La mayoría de las religiones intentan conciliar de alguna manera el mal que está por todas partes con el Dios que también está presente en todo lugar. Este es un problema común para las personas de hoy, quienes a menudo dicen: “Hay un ciclón en Bangladesh y miles de personas están quedando sin casa, sin hogar, y ¿qué está haciendo Dios al respecto?”. Esta una pregunta difícil, ¿no es así? Dios lo permite. Cualquier mal que ocurra, Dios lo permite. Así que nosotros tenemos que admitir ese mal cuando entendemos que está presente dentro del plan de la divina providencia, del mundo divino.

El Chamán. 
 
Otra importante figura es la del chamán, dentro de la tradición nativa de América. El chamán es una persona a quien se la busca porque posee poder espiritual. La historia  escrita por un hombre -creo que Alce Negro- dice que cuando tenía 12 años aproximadamente se fue a una colina, un poco lejos del campamento, y durante tres días y tres noches tuvo que permanecer sin comida, sin bebida y sin ningún tipo de comunicación. El hombre esperaba recibir una visión de Dios. La persona se aísla del mundo secular, se abre a lo sagrado y normalmente se involucra en algún tipo de muerte. Tiene que pasar por la muerte si  va a estar abierta a la nueva vida de la resurrección. Así que permaneció allí. Y Alce Negro tuvo una maravillosa visión de los indios americanos, de su destino para con el mundo entero y mucho más. Después de esa experiencia, a menudo haría uso consciente de su extraordinario poder visionario. El chamán tiene estos poderes visionarios: ve el futuro, ve el pasado y ve dentro del corazón humano.

Esto es algo muy común, es común en India, común en Africa. Cierta vez escuché hablar de una mujer africana a la que se llamaba hechicera pero que en verdad era una mujer muy santa. Tenía una maravillosa visión del interior de las personas, de sus vidas. Todos venían a consultarla. Y en el Tíbet existe un tipo de persona que es un oráculo tibetano. Yo me encontré con uno de ellos, tenía un monasterio no lejos de nosotros y una vez se quedó en nuestro ashram. Tuve una larga charla con él. Es un hombre muy simple y muy humilde. Me dijo que cuando tenía más o menos 17 años empezó a tener estas visiones y trances que lo dejaban completamente agotado. Nunca sabía cuando vendrían, súbitamente quedaba sobrecogido por una visión o caía en trance. Así que los tibetanos le dieron la mano. Durante un año oraron constantemente, con cantos y rituales continuos, y le mostraron un método para que los trances sólo vinieran cuando él lo quisiera: él podría invocarlos, nunca vendrían sin su consentimiento y sólo podría manifestarse una deidad en un determinado momento, no muchas deidades, pues eso lo confundía. Ahora es un hombre de 50 o 60 años y siempre que él lo desea, o cuando las personas se lo piden, entra en trance. Primero se prepara con cierto ritual, entra en trance y luego las personas vienen y lo consultan, pero él no sabe lo que dice. Se puede ver que el mensaje viene desde arriba. Las respuestas aparentemente maravillosas se adaptan a las necesidades de las personas, pero surgen desde el inconsciente.

Hoy comprendemos -seguro que lo saben- que nuestra mente consciente es un área pequeña. Todos nosotros intentamos vivir mediante esta pequeña área de la mente consciente, pero por debajo están las inmensas áreas del inconsciente. El mundo antiguo vivió para el inconsciente. Sus mentes conscientes estaban muy limitadas pero su experiencia del inconsciente era inmensa, por eso todas estas visiones, revelaciones y experiencias del poder divino eran normales para ellos. Era natural. De esta manera el chamán está absolutamente abierto a lo que podemos llamar los poderes divinos y puede tener estas visiones y trances. El chamán se convierte en un guía de la totalidad de las personas. Y se puede ver que esa facultad no es para uno mismo, todo los poderes se conceden para beneficio de los demás, para la familia, para el grupo al que se pertenece.

El guru.

Otro ejemplo es el guru hindú. Y esto es algo muy importante. Desde el tiempo de los Vedas, las personas de la India han buscado esta experiencia de Dios más allá de las imágenes y conceptos. Probablemente en el siglo VII o VIII a. C., los videntes empezaron a dirigirse hacia la soledad del Himalaya, y en lugar de establecer el fuego ofreciendo cosas en el fuego del ritual establecieron el fuego en su interior: un fuego interno. No ofrecían dádivas externas, sino que se ofrecían a sí mismos en el fuego: sus pensamientos, sus sentimientos, sus deseos, sus miedos, todo era entregado a Dios. Entonces, en esa experiencia interna, se dieron cuenta de la realidad suprema a la que llamaron brahman. Abrieron su corazón y se dieron cuenta de la fuente del universo y de la fuente de su propio ser. Dieron una mirada en torno al universo y vieron al brahman como la fuente detrás de todas las manifestaciones universales. Después observaron dentro de sí mismos y encontraron el atman, el ego, el centro de su ser que es uno con el brahman. Este atman, este ego, este espíritu en mí es uno con el espíritu del universo. Ése fue su gran descubrimiento, la fuente de los Upanishads. El guru es alguien que ha tenido esta experiencia de Dios, y cuando un grupo de discípulos se reúne alrededor de él lo hace para compartir esa experiencia.

Esto es muy diferente a un monasterio cristiano. De hecho, nosotros empezamos con un edificio: establecemos un edificio, reunimos una comunidad, les damos una regla y los ponemos en marcha. Esto es muy bueno, pero para el hindú sucede de manera exactamente contraria: un sadhu aparece, peregrina de un pueblo a otro y dondequiera que vaya las personas se reunirán a su alrededor para escucharlo. Después de algún tiempo, algunas de esas personas le pedirán que se quede y construirán algunas chozas alrededor de él. Así aparece un ashram. Es un grupo de personas llamadas a compartir la experiencia. Para ellas, la visión del guru y el guru se ubican en el lugar de Dios. En la India hay muchos ashrams. Ahora nosotros tenemos un ashram cristiano, un lugar en donde intentamos vivir un poco de aquella experiencia, en donde el guru es Cristo, claro. Un ashram se convierte en un centro.

El guru es alguien que ha experimentado a Dios y que puede compartir su experiencia. Pero consideremos que esto tiene grandes peligros si las personas simplemente se rinden al guru y se tornan inmaduras. Si eso sucede, los discípulos no crecerán como personas. Existe un gran peligro. Un guru puede ser una persona muy poderosa. Rajneesh es un buen ejemplo: con una personalidad muy poderosa y una vasta inteligencia domina a muchas personas y las controla. Un guru es peligroso. Como dije, lo sagrado siempre es peligroso: tiene maravillosos poderes a los que uno puede abrirse, pero también tiene terribles poderes de destrucción. Cualquiera se asombraría al ver cuánta magia negra hay en la India de hoy. Las personas poseen estos poderes y los usan para causar enfermedades y hasta la muerte a sus semejantes. Siempre se debe ser consciente de este poder: es tanto bueno como malo.

El sacerdote. 
 
También tenemos, claro, al sacerdote. Es un centro típico. Lógicamente, en la iglesia cristiana está el Papa, los obispos y los sacerdotes. El clero es representante de Dios y las personas van a un sacerdote para encontrar la guía de Dios. Se puede secularizar fácilmente al sacerdote y verlo como líder de una comunidad y demás, pero pienso que el carácter sagrado del sacerdote es importante. No es simplemente humano, a través de su consagración se vuelve el centro en donde Dios puede ser contactado. Y eso también se aplica a la liturgia cristiana, a la eucaristía y todo lo demás, pues se convierte en un rito sagrado cuando creemos que Dios está presente allí. De esta manera, estamos buscando un centro y se lo puede apreciar en todas estas diferentes formas.

El centro psicológico. 
 
Ahora bien, el tramo final hacia el centro es un centro psicológico, así que aquí me gustaría expresarme en el idioma de san Pablo, quien siempre habla del ser humano como cuerpo, alma y espíritu: soma, psique y pneuma. Y debemos recordar esta concepción porque hoy en día existen muchas personas que piensan que un ser humano es simplemente un cuerpo/alma, que el alma es todo lo que existe y que no hay nada más allá. Cuando se piensa de esta manera, en determinado momento aparece la pregunta: “¿Existe una vida futura o algo parecido?”,  y luego la persona se torna desconfiada. La sociedad de hoy realmente está constituida por esta filosofía del cuerpo/alma. El ser humano tiene un cuerpo, un organismo físico, y la medicina y otras ciencias tratan con el este organismo; también posee una psique -su mente, voluntad e imaginación, sus sentidos y sentimientos-, la psique humana entera, y considera que eso es todo lo que hay. De este modo, la gente consigue que un científico trate con el mundo físico y un psicólogo con el mundo psicológico, después de lo cual no hay nada más. Pero más allá del cuerpo y el alma está el pneuma, el espíritu, y ése es el punto en donde lo humano está siempre abierto a lo divino.

En cada ser humano, más allá de su cuerpo, de su psique, sus pensamientos, sentimientos y deseos, hay un punto del espíritu en donde uno está abierto al espíritu eterno, al propio Dios. Esto es muy claro en san Pablo, en su carta a los corintios -al igual que en su carta a los tesalonicenses, capítulo 5- en donde exhorta a consagrarse a Dios en cuerpo, alma y espíritu. Si no fuese así, entonces san Pablo estaría mintiendo a lo largo de todo su pensamiento. Hoy es importante para los cristianos recuperar esta comprensión, que más allá de su cuerpo y su psique, con todo su poder, hay un punto de comunión con Dios. Y ese punto  es un centro. Es un centro más allá de lo psicológico, es un punto en donde uno no está limitado por sus sentimientos, pensamientos y deseos humanos, sino que está abierto a lo eterno. Es un punto en el que Dios actúa sobre nosotros cuando estamos abiertos.

El centro de nuestra psique es el ego, la personalidad. Crecemos centrados en nuestra psique, y toda la confusión del mundo se debe a este ego separado. Todos deseamos hacer las cosas conforme a nuestros gustos particulares y por ello peleamos con otras personas, originando toda esta confusión que nos inunda. Hasta que uno no consiga ir más allá de la psique, del ego, del ego separado, uno no podrá tener acceso al conocimiento espiritual. No existe ninguna otra manera sino el alejarse de aquel demonio: el ego. En caso contrario, no hay esperanzas. Pero una vez que uno consigue ir más allá del ego y la psique, abriéndose al espíritu, se está abierto a lo eterno, a lo infinito; se está abierto a toda la humanidad. En el nivel físico estamos totalmente divididos, separados. En el nivel psicológico estamos igualmente divididos. Ahí podemos conseguir aproximarnos un poco, pero no será algo satisfactorio. Sin embargo, en el punto del espíritu todos somos uno, ahora y siempre. Y si uno pudiera abrirse a ese punto del espíritu comprendería la unidad de sí mismo con toda la creación, con toda la humanidad. Y ésa realmente es nuestra meta en la vida.

Siempre le digo a todo cristiano que Jesús era como nosotros: tenía un cuerpo, aunque un cuerpo judío -con todas sus limitaciones-, tenía un alma judía, una psique particular y su idioma era el arameo. Jesús utilizó, además, el simbolismo del judaísmo. Jesús fue al templo, a la sinagoga; era judío en su psique pero en su espíritu estaba totalmente abierto a Dios, al Padre. Y su vida entera se centró en su relación con el Padre. Por eso siempre decía: “Abba, Padre”. En el evangelio de san Juan, de una manera muy clara, Jesús dijo que el Hijo no hace nada sino lo que ve hacer al Padre: “Yo no tengo autoridad en mí. Todo proviene del Padre”. Por lo tanto, Jesús era un hombre, un hombre totalmente humano que en aquel punto del espíritu estaba totalmente abierto a Dios y por eso podía decir: “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Quien me ve, ve al Padre”. Creo que nadie más pudo haber dicho eso. Allí es donde Jesús es uno con el Padre en el espíritu, pero en el alma y el cuerpo él era un judío, con todas sus limitaciones. Su idioma tenía las limitaciones de un profeta judío. Sin embargo, él estuvo vivo en la resurrección: el cuerpo muere en la cruz, pero el cuerpo sutil, como lo llaman, aparece en la resurrección. El cuerpo espiritual, el cuerpo que es llevado a la vida del espíritu, regresa a Dios y es totalmente uno con el Padre. De esta forma, Jesús siempre está presente a todos y en todo en aquella realidad más allá del espíritu.

Creo que tenemos que recuperar el sentido de lo sagrado en nuestras propias vidas y en nuestras personas, en nuestras ciudades, en nuestra sociedad. Hoy el mundo no tiene ningún centro, ningún lugar sagrado en donde podamos estar todos unidos. Tenemos que descubrir un centro. Considero que las iglesias cristianas pueden volverse  centros, pero ellas tienen que abrirse al mundo entero tal como es: a la totalidad del mundo oriental, a la totalidad del mundo africano, etcétera. Cuando eso suceda, los cristianos podrán recuperar un centro. De hecho, para un cristiano Jesucristo es el centro. Hay un cuerpo: la Palabra se volvió carne y Jesús es Dios en la materia, en la vida, en el cuerpo. Así que él está integrado a la totalidad del mundo físico. Por lo tanto, Jesús -esta personalidad única, su enseñanza, su amor, su compasión- se convierten en un centro para toda nuestra vida psicológica. Algunas personas se olvidan de esto. Jesús siempre estuvo viviendo en el espíritu en comunión con el Padre, su vida entera estaba en esa comunión y sus milagros, sus enseñanzas, surgieron de ese espíritu interior. Jesús nos une con la realidad suprema; y en él y a través de él, en nuestros cuerpos y en nuestras almas, nosotros podemos abrirnos a lo divino, que siempre está allí, siempre está presente. Si pudiésemos recuperar nuestra conexión con lo divino, nuestro centro, podríamos cambiar el mundo.
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[Griffiths Bede, 1999. Return to the Center, The Bede Griffiths Sangha Newsletter, vol.2, pp. 2-4].


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